Libia, entre la Turquía otomana y La Galia de Sarkozy

Es importante establecer de antemano lo siguiente: Turquía, aunque mantiene negociaciones con la Unión Europea en la búsqueda de acuerdos que le permitan ingresar a la misma, no es miembro aún de esta comunidad política de derechos y sí, más bien,

Es importante establecer de antemano lo siguiente: Turquía, aunque mantiene negociaciones con la Unión Europea en la búsqueda de acuerdos que le permitan ingresar a la misma, no es miembro aún de esta comunidad política de derechos y sí, más bien, continúa siendo, por su envidiable posición geográfica, un país de una incalculable y creciente influencia geoestratégica y política en la zona comprendida entre la Unión Europea y Asia Central, y entre Rusia y Oriente Medio.

Esa marcada influencia está siendo bien aprovechada por el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, para llevar a su país, según dicen expertos en la materia, a convertirse, sino en una potencia mundial, por lo menos en un Estado con una cada vez más fuerte influencia política y económica a escala internacional lo que produciría el nacimiento de una especie de neo-imperio otomano.

Es una meta que, basada en su ubicación geoestratégica clave, en la solidez económica que exhibe Turquía (tuvo una tasa de crecimiento superior a la de China en la primera mitad del 2011) y en el papel que juega como democracia islámica, sin mencionar los vínculos históricos y culturales con los territorios que en el pasado fueron parte del imperio otomano o estuvieron en su zona de influencia,  sin duda alguna puede ser posible y realizable.

Y para esto, Erdogan lleva a cabo una serie de estrategias que van desde el abrazo a las luchas contra los tiranos de la zona hasta la animosa defensa de la iniciativa palestina que exige que en  el 66° Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se celebra este mes en New York, le sea otorgado a Palestina el reconocimiento como Estado.

Estos aprestos llevarían a Erdogan este 16 de septiembre a Libia, luego de visitar a Túnez y a Egipto y de brindar allí su apoyo a los nuevos líderes de esos países los cuales, a raíz de los acontecimientos acaecidos en la llamada “Primavera Árabe” han logrado destronar gobiernos quienes por largas décadas habían detentado el poder.

La noticia del periplo de Erdogan por estas naciones sin duda alguna ha inquietado al presidente galo Nicolas Sarkozy quien, cuando el 19 de marzo anunciaba al mundo desde el palacio del Elíseo el inicio del “Harmattan” en Libia, nomenclatura alegórica al ataque contra las posiciones y el gobierno de Gadafi, tenía una concepción muy clara de los réditos políticos, económicos y electorales que esta operación militar le podía aportar a Francia y a sus personales intenciones reeleccionistas en los comicios del 2012; por lo que decide viajar a Libia también el día 15, en horas de la mañana, con el propósito de adelantarse a Erdogan y de ser el primer estadista en pisar el suelo polvoriento de esa nación luego de los cruentos combates escenificados allí, los que fueron respaldados abiertamente por su país y su gobierno.

Luego de la llegada del presidente de Francia, a quien el Consejo Nacional de Transición libio visitó el mes pasado y en cuya oportunidad le habrían garantizado el 35% de la explotación del petróleo que poseen, ha llegado también a Libia el primer ministro británico, David Cameron, con los planes de la corona inglesa para este “nuevo Irak”.

Todo parece indicar desde ya, que se aceleran gestiones explícitas tras los intereses individuales de los estados con respecto a los bienes económicos y recursos naturales por explotar en Libia. Esto apenas inicia. Vendrán días, nunca se colmarán suficientemente las avideces ni se saciará totalmente la sed de los intereses foráneos allí en juego, sin mencionar que hay que esperar los planes de Estados Unidos para Libia.

Cabe preguntar: ¿y los intereses integrales y legítimos de los ciudadanos libios comunes y corrientes? Alguien podría osadamente contestar: “Bien, gracias…”
Robert Takata es analista internacional

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