Más violencia

Cíclicamente la misma sangre. Cuando no civiles, policías. Habitualmente, por la violencia delincuencial. El martes, otra vez la sangre, a causa de una violencia igual circular que es una mezcla de “lucha social, demanda comunitaria” y tigueraje.&#8

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La violencia es uno de los signos más graves de la vida dominicana de estos tiempos. Y aparece en cualquier lugar, en las formas…

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Aunque a algunas autoridades no les gusta que se hable sobre este tema, lo cierto es que por su continua incidencia, la violencia delictiva y criminal se ha constituido en la principal preocupación en diferentes ámbitos de la sociedad dominicana.Como la

Cíclicamente la misma sangre. Cuando no civiles, policías. Habitualmente, por la violencia delincuencial. El martes, otra vez la sangre, a causa de una violencia igual circular que es una mezcla de “lucha social, demanda comunitaria” y tigueraje. Mataron un policía en Salcedo, con un disparo en la frente, en forma alguna accidental. Muestra que en esas manifestaciones hay una delincuencia política que se afirma en la violencia. Ocurre en el corredor habitual, que va de Navarrete, pasa por Santiago y Tamboril, Salcedo y se interna en San Francisco de Macorís. Ayer, una  anciana de 92 años murió asfixiada por gases lacrimógenos lanzados por policías enfrentados a manifestantes contra la corrupción.

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La violencia es uno de los signos más graves de la vida dominicana de estos tiempos. Y aparece en cualquier lugar, en las formas más sutiles, donde menos la imaginamos. En casa, en la vecindad, en el concho o en la guagua.

Dondequiera encontramos manifestaciones de violencia. Si no despertamos, terminaremos tipificados como un conglomerado  violento. Salvajemente violento. ¿Hasta dónde vamos a llegar?

Todos estamos expuestos a un momento de violencia. A una descarga violenta o a un destape de la violencia que llevamos dentro. Fácilmente nos podemos tornar intolerantes en el hogar o en las calles. ¿Pero estamos conscientes de que vivimos bajo esa amenaza, de los demás y de nosotros mismos, con nosotros mismos? Es necesario reflexionar. Es necesario que nos hagamos más preguntas y veamos otros escenarios. Y quizás podamos de-sechar la violencia.

 El sistema de transporte de pasajeros es un nido de violencia. No hablamos de los turistas que con asombro ven cómo los sacan de los vehículos para transferirlos –violentamente- a un “taxi legal”. No, son los dominicanos “de a pie” que ven, observan y sufren cotidianamente las escenas que protagonizan los transportistas de pasajeros.

Están armados, de todo tipo de instrumentos para agredir. Revólveres o pistolas, palos o bates, “cabos” de hachas o picos. Cualquier medio de agresión. Y utilizan otros medios verdaderamente macabros para enfrentar a sus competidores no sindicalizados que han sido identificados como “piratas”. Los otros sobrevivientes que no logran entrar al mercado laboral e irrumpen en el transporte desorganizado de pasajeros. A veces vemos cómo la muerte acompaña esta otra fuente de conflictividad.

¿Cómo controlar la violencia cotidiana que generan los transportistas? Sabemos que el sistema está regulado, que hay unas autoridades llamadas a aplicar las normas, pero escasamente las cumplen.

La gente que utiliza carros “públicos” o guaguas voladoras debe ser protegida. Las autoridades responsables del ordenamiento del tránsito deben actuar.

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Aunque a algunas autoridades no les gusta que se hable sobre este tema, lo cierto es que por su continua incidencia, la violencia delictiva y criminal se ha constituido en la principal preocupación en diferentes ámbitos de la sociedad dominicana.

Como la violencia en sus distintas formas y modalidades no discrimina entre clases sociales y condiciones económicas, ningún ciudadano está exento de ser víctima de las acciones de asaltantes, criminales y antisociales que actúan fuera de todo control.

El cuadro es sobrecogedor y sus efectos muy trastornadores, porque han cambiado las costumbres y hábitos de los estudiantes, al extremo de que muchos se abstienen de salir a la calle y se quedan en sus casas desde temprano en la noche.

En Santiago, de 2,300 taxistas que ofrecían servicio durante la noche, solo quedan 400 porque el resto se retiró como consecuencia de la inseguridad en las calles, que ya le ha costado la vida a 34 choferes.

La violencia ha llegado a tal grado en esa ciudad, que el presidente Leonel Fernández ha convocado a representantes de las instituciones de seguridad nacional y a los sectores y fuerzas vivas de Santiago para analizar este sábado el problema de la criminalidad y la delincuencia.

La gente está tan desesperada e impotente que ha surgido en Santo Domingo un movimiento denominado “Digamos no a la delincuencia” para llamar la atención de las autoridades por el incremento de la violencia en el país.

Tras hacer una convocatoria a través de las redes sociales, los organizadores del movimiento realizaron una masiva vigilia en el parque La Lira, en la avenida Abraham Lincoln para demandar acciones efectivas destinadas a frenar la inseguridad ciudadana.

Es obvio que como resultado de esta situación las autoridades del Ministerio Público, de seguridad interna y de la administración del Estado en su conjunto, están contra la pared, con un inocultable rebrote de la violencia que ha generado un cada vez más generalizado sentimiento de inseguridad.

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