Aunque a algunas autoridades no les gusta que se hable sobre este tema, lo cierto es que por su continua incidencia, la violencia delictiva y criminal se ha constituido en la principal preocupación en diferentes ámbitos de la sociedad dominicana.
Como la violencia en sus distintas formas y modalidades no discrimina entre clases sociales y condiciones económicas, ningún ciudadano está exento de ser víctima de las acciones de asaltantes, criminales y antisociales que actúan fuera de todo control.
El cuadro es sobrecogedor y sus efectos muy trastornadores, porque han cambiado las costumbres y hábitos de los estudiantes, al extremo de que muchos se abstienen de salir a la calle y se quedan en sus casas desde temprano en la noche.
En Santiago, de 2,300 taxistas que ofrecían servicio durante la noche, solo quedan 400 porque el resto se retiró como consecuencia de la inseguridad en las calles, que ya le ha costado la vida a 34 choferes.
La violencia ha llegado a tal grado en esa ciudad, que el presidente Leonel Fernández ha convocado a representantes de las instituciones de seguridad nacional y a los sectores y fuerzas vivas de Santiago para analizar este sábado el problema de la criminalidad y la delincuencia.
La gente está tan desesperada e impotente que ha surgido en Santo Domingo un movimiento denominado “Digamos no a la delincuencia” para llamar la atención de las autoridades por el incremento de la violencia en el país.
Tras hacer una convocatoria a través de las redes sociales, los organizadores del movimiento realizaron una masiva vigilia en el parque La Lira, en la avenida Abraham Lincoln para demandar acciones efectivas destinadas a frenar la inseguridad ciudadana.
Es obvio que como resultado de esta situación las autoridades del Ministerio Público, de seguridad interna y de la administración del Estado en su conjunto, están contra la pared, con un inocultable rebrote de la violencia que ha generado un cada vez más generalizado sentimiento de inseguridad.