Aumí: “Voy por la tercera copa”

Un campeonato mundial es una hazaña grandiosa, repetirlo supera lo anterior, pero pensar en un tercer título va más allá de lo extraordinario.

Un campeonato mundial es una hazaña grandiosa, repetirlo supera lo anterior, pero pensar en un tercer título va más allá de lo extraordinario. Ese hecho es el objetivo de la dominicana, Aura Mireya Guerra López, díganle Aumí o Aumi, quien aun no termina de saborear su segunda corona, y su apetito sigue aún más voraz.

Guerra se llevó por segundo año corrido la Copa Mundial del Boliche Qubica AMF, que se disputó en Johannesburgo, Suráfrica, del 30 de noviembre al dos de diciembre.

“Voy por la tercera Copa”, dijo Guerra, entrevistada por Multimedios del Caribe, en su hogar, donde todavía se respira el gusto de su logro. “Bicampeona mundial, dos años consecutivos”, dice en tanto deja escapar una sonrisa de amplia satisfacción.

La última fue la séptima visita de Guerra a la Copa Qubica. El año pasado registró su nombre en la historia de este certamen en Francia, aunque en esta ocasión tuvo que recuperar terreno, pues tuvo que venir “de menos a más”.

En esta ocasión fue marcada por la experiencia de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, donde quedó fuera del podio, eso la hizo trabajar y concentrarse más, en especial si se trata de repetir, en un evento en el que 69 bolicheras representan a su respectivo país y todas son campeonas nacionales.

Los días fueron pasando y Guerra se fue posicionando cada vez mejor hasta resultar campeona y aunque de momento en su agenda de 2012 no hay un torneo en el cual vaya a competir, el de la Copa Qubica sí está en su lista de alta prioridad. Ya se trata de ganar por tercer año consecutivo.

“El año que viene contra viento y marea”, dice, “iré a defender mi título y a ganar el tercero”, dice. Lo de viento y marea era dificultoso entenderlo, hasta que ante una insistencia asfixiante entonces dejó conocer que estuvo esperando por patrocinio para llegar hasta Johannesburgo, donde allí era esperada como una estrella, aun cuando se trata de un país, el dominicano, que no tiene tradición de boliche, pero que ya se deja sentir, no solo por sus logros, también el de otros compañeros. “Tenemos cinco bolicheros becados en distintas universidades en Estados Unidos”, reconoce.

Campeona defensora

Antes que Guerra, solo una bolichera había ganado par de años consecutivos. Esos lauros correspondieron a Jeanette Baker, de Australia, algo ocurrido en los años 80s.

Para llegar a levantar la Copa, Guerra primero jugó cuatro ronda, cada una de cinco juegos, para sumar 20; entró a la ronda de las 24 para competir por ocho juegos más, para cruzar a las 8 mejores clasificadas ronda en la que compitió en otros ocho partidos para sumar 36 y luego cruzar a la final y cerrar 39 juegos. Excepto el primer día los primeros cinco juegos, en todas las rondas, Guerra estuvo de líder. “Es duro jugar esa cantidad de partidos, llegar a la final y perder la Copa en tres juegos”, comenta. “Si hubiera perdido, serían 44 horas aburridas desde Johannesburgo hasta aquí”.

La repercusión de un título

Aumí, aplicada a los números cuando era niña, no deja de extrapolar numéricamente hablando el alcance de su Copa. Por eso dice que si Baker conquistó el título en los años 1982 y repitió en 1983 “y todavía hoy se habla de ella, si tiras la variable estarán hablando de Aumí Guerra y de República Dominicana alrededor de 2045”, analiza la jugadora. Agrega más: “Puse el nombre en un trofeo que va a ir creciendo con los años”.

Aura Mireya y República Dominicana será un nombre que se prolongará, entiende Guerra, quien cambió su carrera de ingeniería por el boliche, algo que no dejó muy contenta a su madre, Ana López Alonso. Pero luego lo entendió.
“Uno tiene que buscar lo que le apasiona, ahí nadie te tiene que decir dónde tienes que llegar, la meta te las pones tú”.

¿Dónde queda RD?

La República Dominicana vuelve a colocarse dentro del escenario mundial y es el deporte a quien le toca hacerlo.

Aumí ha participado en siete ocasiones en la Copa Qubica y las últimas dos todo el pastel ha sido para ella.

El solo hecho de competir despierta curiosidad, pero más todavía si eres campeona, en una tierra tan lejana como Johannesburgo. “Mucha gente me preguntaba dónde queda República Dominicana”, dice Guerra.

“Enséñamelo en el mapa”, apunta. Las interrogantes son más que necesarias, pues territorialmente la nación dominicana es muy pequeña comparativamente con los países que allí se presentan.

“Pero ¿dónde es que queda tu país, tú hablas inglés o español, qué comen, qué bailan?”, eran las preguntas para la dominicana, que ha puesto en el panorama mundial del deporte, y en este caso del boliche, la bandera tricolor.

Un buen grupo

Pero esto no es de ella sola. Además del personal y estructura física que gira alrededor de ella, Guerra agradece a su entrenador, el canadiense, Craig Woodhouse, quien no pudo estar en el país y se despidieron, sin que falte el llanto, cuando arribaron a Nueva York.

“Ese señor me ha hecho a mí”, dijo Guerra, quien ha recibido las instrucciones de Craig por cerca de una década. “Nosotros somos un gran equipo”, dijo.
Recordó también que viajó junto a Manino Fernández, el medallista de bronce de los Juegos Panamericanos 2011. “Es un joven con mucho talento”, dice Guerra, cuyo anhelo es la masificación de este deporte, que existan más canchas.

Una gran pasión por la música

“My way” (A mí manera, de Paul Anka), Für elise (Para Elisa, de Beethoven) y Balada para Adelina (Richard Clayderman) son solo algunos de los temas con los que Aumí sorprendió al equipo de Multimedios del Caribe. Atónitos todos al ver sus manos deslizarse por el piano.

“Soy apasionada de la música”, señaló Guerra, cuya pieza musical principal es “Mad world”, (Mundo loco), de Gary Jules y la cual también ha llevado a piano.

Ella que en Johanesburgo también debió tocar en el piano bar del hotel en que se alojaba, tiene por meta interpretar a piano Nessun dorma (No te duermas, que interpreta Pavarotti). “Me gusta mucho ese tema y coincidencialmente el día que me entregaron el trofeo, esa fue la canción que pusieron”, señala Guerra, de 34 años y la menor de cuarto hermanas.

Un equipo que puede desaparecer

Pero ese equipo se puede desintegrar. La Copa de 2010 no le reportó nada de lo que ella esperaba para sus planes de 2011. Se arriesga y viaja hasta Johanesburgo, tan solo a jugársela.

“Yo me decidí”, dice.  “Este torneo yo lo gané para mí”. La dominicana tocó puertas en procura de una ayuda que nunca llegó y en la que tuvo que agenciarse, eso sí por propia cuenta, todo el costo de su estadía, alrededor de siete mil dólares. Es por eso que para 2012 es poco lo que ella espera.

“Las expectativas están en las raíces del sufrimiento humano”, dijo Guerra. Más profundo no podía ser. “Yo no espero nada. El año pasado tuve unas expectativas y no se cumplieron como esperaba”. No voy a hablar basura, no espero nada”, insistió la bolichera, que se quedó a un juego de conquistar una presea panamericana en Guadalajara 2011.

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