Zonas “apache” o de alto peligro

Justo cuando comienzan a llegar las altas horas de la noche, numerosos puntos de riesgo ensombrecen el mapa del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo.

Justo cuando comienzan a llegar las altas horas de la noche, numerosos puntos de riesgo ensombrecen el mapa del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo. Los taxistas, cotidianos andantes de la nocturnidad, conocen bien estos puntos o sectores peligrosos, donde drogadictos, atracadores y narcotraficantes aprovechan la poca capacidad de patrullaje de la Policía, y las permanentes deficiencias del servicio de alumbrado público para salir a cometer actos delictivos. Los llaman “zonas apache” por considerarlos tan inseguros como las áreas de Norteamérica que los estadounidenses arrebataron a los legendarios indios apaches en el siglo XIX.

Ignacio Sánchez (nombre ficticio) es coordinador de una empresa de servicio de taxi. Explica que en Santo Domingo Este las “zonas apeche” están en diferentes calles y callejones de El Almirante, Villa Liberación, El Perla, La Toronja y Brisas del Este. Sus compañeros, dice, tienen miedo de penetrarlas después de las 9:00 de la noche, y en ocasiones rechazan de plano cualquier solicitud de servicio que venga de ellas. Los trabajadores del transporte personal prefieren perder los doscientos o trescientos pesos de un servicio antes que poner en riesgo sus vidas o sus vehículos.

Sánchez afirma que la inseguridad que se respira en el municipio no es fruto de la percepción mediática que tanto cita la Jefatura de la Policía y la Presidencia de la República. Cada semana en su compañía se reportan casos de asaltos a punta de cuchillos, pistolas y bates de béisbol.

“Uno de los taxistas que los menores asaltaron y apuñalaron en el 2010 trabajaba con nosotros. Y eso pasó por aquí cerca. Es decir, que el peligro es real”, afirma Sánchez para describir una situación extendida sobre el Gran Santo Domingo.

Rafael Peguero trabaja hace ocho años como taxista de la capital, donde la cobertura del Plan de Seguridad Democrática (Barrio Seguro) no disminuye las amenazas que él observa en Capotillo, Luperón, 24 de Abril, María Auxiliadora, Gualey, La Zurza y hasta en el expreso Quinto Centenario, una importante vía que se ha convertido en el azote de peatones y transportistas.

Los taxistas denuncian que en este punto de la ciudad los delincuentes se esconden detrás de los árboles ornamentales para lanzar piedras, botellas y otros objetos a los conductores, de manera que el impacto produzca la detención del vehículo y la posibilidad de asalto.

Otros puntos considerados como “zonas apache” por los servicios de taxi del Gran Santo Domingo se encuentran entre Los Tres Ojos, Los Tres Brazos, Herrera, Sabana Perdida, Haina, Los Guarícano y Villa Mella.

Modalidades

Por el contacto que a diario mantiene con cientos de taxistas de su empresa, Ignacio Sánchez puede describir con detalles las operaciones que emprenden los delincuentes para asaltar a sus compañeros.

A veces, dice, se ocultan en callejones a esperar que las unidades se acerquen lo suficiente para apuntar al conductor con armas blancas o de fuego. Si consiguen llegar a este punto, despojan al taxista de sus pertenencias de mayor valor o le quitan el vehículo.

Otro caso es el de las unidades que irrumpen en espacios controlados por narcotraficantes. El movimiento de personas desconocidas por estas “zonas apache” puede provocar reacciones violentas entre los vendedores, siempre atentos a las posibles acciones encubiertas de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).

Sánchez entiende que los agresores de taxistas más peligrosos que se pueden encontrar en los barrios son aquellos que se atreven a llamar por teléfono a los prestadores del servicio. Éstos, especifica, suelen marcar a la estación central desde colmados, a fin de evitar los registros telefónicos de la Policía. Dan una dirección cualquiera y se disponen a abordar el vehículo en grupo de dos o de tres. Si lo consiguen, el chofer difícilmente puede hacer más que esperar el desenlace de los planes de sus captores. Esta última modalidad era la utilizada por los adolecentes que en abril del 2010 secuestraron y asesinaron a siete taxistas.

Limitaciones del patrullaje policial 

Los datos preliminares del Censo Nacional de Población y Vivienda del 2010 indican que entre la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional hay una población cercana a los tres millones 294 mil 435 habitantes.

En los barrios de la parte norte del Distrito históricamente se han mantenido altos niveles de pobreza y marginación social, mientras que los municipios de la provincia son el resultado directo de los flujos migratorios de campesinos y campesinas que abandonaron la ruralidad para probar mejor suerte en las inmediaciones del centro económico y político del país.

Altos oficiales de la Policía han reconocido, fuera de récord, que la institución no tiene capacidad para cubrir la necesidad de patrullaje del Gran Santo Domingo.

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