A paso de jicotea

En tiempos de campaña se intensifica el debate entre el oficialismo y la oposición sobre avances o retrocesos en materia de bienestar social.

En tiempos de campaña se intensifica el debate entre el oficialismo y la oposición sobre avances o retrocesos en materia de bienestar social.Viendo más allá de los períodos de gestión gubernamental, una evaluación de indicadores sociales relevantes en la última década muestra que en promedio hay una mejoría, pero los adelantos son muy limitados, en especial si los comparamos con el hecho de que producimos 1.7 veces más riqueza que en 2000. Vamos a paso de jicotea.

Este argumento no es nuevo, pero una mirada a los indicadores ofrece una idea más precisa.

La mortalidad infantil, que es la probabilidad de que un infante muera antes de cumplir un año de vida y que refleja el grado de éxito del sistema sanitario de un país, parece apenas haberse modificado entre 2002 y 2009. En 2002, la encuesta Endesa la reportó en 31 por cada mil, en 2007 la estimó en 32, y en 2009 la encuesta EnHogar la ubicó en 28.

En desnutrición infantil crónica, que da cuenta del estado nutricional de infantes menores de 5 años, el resultado ha sido magro. Entre 2002 y 2007 bajó de 8.9% a 7.2%. En comparación, entre 1991 y 1996 se redujo desde 19.4% hasta 11%. De igual manera, la proporción de personas subnutridas, es decir, aquellas cuyo consumo de calorías es inferior al nivel recomendado, pasó de 25% en 2000-2002 a 24% en 2006-2008. Eso significa que 2.3 millones de personas todavía se alimentan de forma precaria.

El analfabetismo también se redujo poco en siete años. En 2002, la Endesa reportó que entre la población de 10 años y más era de 12.7% y en 2007 que era de 10.7% y la EnHogar 2009 dice que era de 10.3%. En educación los mayores avances se dieron en la matriculación en secundaria. Del total de la población con edad oficial para asistir a ese nivel (14 a 17 años), algo más de un 45% lo hizo en 2007 comparado con menos de un 32% en 2002. Sin embargo, en ese mismo período, la deserción escolar se duplicó y todavía más de la mitad de los y las adolescentes no asisten o asisten todavía al nivel primario.

Con respecto al agua, el porcentaje de hogares con acceso a la red pública dentro o fuera de la vivienda se incrementó entre 2002 y 2007 en 5%, al pasar de 81.1% a 86.2% pero EnHogar 2009 reportó que durante ese año el porcentaje era de 77%. 

Sobre la calidad de la vivienda, nueva vez, los avances fueron moderados. En 2002, el 63% de las viviendas estaba construida de paredes de bloques o concreto. En 2009 esa proporción había aumentado hasta 70%, y las de paredes de materiales precarios se redujo desde 9.5% hasta 6.8%. Así mismo, en 2002 el 5.8% de las viviendas tenía piso de tierra mientras en 2009 había caído hasta 3.7%.

Sin embargo, todas las fuentes indican que entre los primeros y los últimos años de la década pasada, el porcentaje de hogares con sanitario privado subió desde alrededor de 50% hasta poco menos de un 60%, un aumento no despreciable.

Entre 2000 y 2011, los ingresos laborales reales subieron en 11%. Esto es apenas un 1% anual. Es claro que el crecimiento no fue a parar a manos de quienes trabajan para vivir. A la vez, las mujeres continuaron recibiendo menor paga por el mismo trabajo y la misma calificación.

Por último, en 2010 la pobreza de ingresos fue un 7% más elevada que en 2000, y la pobreza extrema es mayor hoy que en ese año. Es cierto que esto estuvo muy influenciado por la crisis de 2003-2004 y que la recuperación a partir de 2005 implicó una reducción importante hasta 2007. Pero en lo adelante, el avance fue poco más que insignificante. A este ritmo, la pobreza extrema no sería eliminada hasta el año 2040, esto es 25 años después más que lo establecido en los Objetivos del Milenio.

No es de extrañar que la agenda social esté en primer plano en las propuestas electorales, pero hay graves dudas sobre la firmeza del compromiso. Tenemos la responsabilidad de exigir su cumplimiento.

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