La OEA entre fuego cruzado

Las imágenes del acto inaugural de la Asamblea General de la OEA recién celebrada en Bolivia entre los días 3 al 5 de este mes,…

Las imágenes del acto inaugural de la Asamblea General de la OEA recién celebrada en Bolivia entre los días 3 al 5 de este mes, sugerían la ardua tarea que los asistentes allí, como parte de las delegaciones de sus respectivos países, enfrentarían. A todas luces sería una Asamblea “condimentada” por los actos de las ONG –muchas estuvieron presentes con pancartas en el salón del acto inaugural- por los “mítines” políticos-folklóricos de un presidente anfitrión que promueve su reelección desde ya para el 2014 y por otras cuestiones que solo quizás eran visibles para quienes estuvieron al tanto de las noticias sobre este tema en los días previos a la celebración de la misma.

Pero quien se llevaría los mayores embates sería justamente el organismo que sirve de base para estos “glamorosos” encuentros, la OEA.

En los días previos a la celebración de este 42 Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA desde diversos medios se escuchó sobre la necesidad de que se reforme el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, el cual tiene sus pilares en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con sede en Washington, Estados Unidos (país que paradójicamente, tiene la sede de la Comisión aun sin ser parte de la Convención Americana de Derechos Humanos) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica.

Delegaciones de 34 países se reunían en Bolivia, en el marco de la Asamblea General, con el propósito de encontrar soluciones expeditas de lucha contra el hambre de 53 millones de latinoamericanos, sin embargo, aunque se firmó al final la Declaración de Cochabamba sobre Seguridad Alimentaria, se aprobó por unanimidad la resolución introducida por la República Dominicana para encarar la excesiva volatilidad de los precios y se adoptó la Carta Social de las Américas, los debates fueron gobernados por otros temas que no permitieron el desarrollo fiel y a profundidad de la agenda sobre temas de inclusión social, erradicación del hambre y lucha contra la discriminación planteadas en el lema de la Asamblea “Seguridad Alimentaria con Soberanía de las Américas”.

Contrario a esto, el rol protagónico de las discusiones lo tuvieron temas de conflictos fronterizos bilaterales como los existentes entre Bolivia y Chile por los reclamos de la primera para que se revise el Tratado de 1904 y se le otorgue una salida al mar, y entre Costa Rica y Nicaragua por el litigio surgido entre ambos países por la desembocadura del Rio San Juan; y, por otro lado, la presentación de un polémico informe por parte de Ecuador y Venezuela con el objetivo de que se reforme el Sistema de Derechos Humanos del Organismo el que consideran obsoleto e influenciado por intereses hegemónicos, ONGs parcializadas y sectores sumamente poderosos en términos mediáticos.

Más allá de este informe, en las discusiones y ruedas de prensa ofrecidas, tanto Bolivia, Venezuela y Ecuador expusieron la necesidad de que la OEA se desligue de los intereses de los Estados Unidos y que asuma el rol de representar fielmente los latinoamericanos o que se acoja a su desaparición para darle mayor protagonismo a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fundada en diciembre del pasado año en Caracas, Venezuela y que excluye como miembros a Estados Unidos y Canadá, reivindicando a Cuba como miembro de pleno derecho.

A estas pretensiones han estado de frente tanto el Secretario General, José Miguel Insulza (obviamente), como Roberta Jacobson, Secretaria Adjunta del Departamento de Estado para América Latina. Esta última, en representación de Hilary Clinton.

Independientemente de lo logrado en esta Sesión de la Asamblea General de la OEA (que lamentablemente, en términos objetivos, es muy poco); de que se vean las caras quienes tienen diferendos políticos o de otra índole; de que se haya producido allí las elecciones de los nuevos jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (dicho sea de paso, República Dominicana perdió); incluso, independientemente de que con orgullo podríamos alegrarnos de la aprobación de la “Resolución Fernández”, no podemos cerrar los ojos a la realidad de desgaste que vive la OEA. En este Período de Sesiones, por ejemplo, solo 14 Cancilleres estuvieron presentes, o sea, menos de un 50% de la matrícula.

También aquí, cuatro países abandonan el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), primer tratado de defensa estratégica conjunta que se adopta después de la Segunda Guerra Mundial y que serviría de referencia a la OTAN, pero que sin embargo, no ha resultado eficaz, debido al descrédito al que fue sometido cuando en la Guerra de las Malvinas, Estados Unidos, que formaba parte tanto del TIAR como de la OTAN, decidió apoyar a Reino Unido antes que a Argentina. EL TIAR es regenteado por el Consejo Permanente de la OEA. De 23 países firmantes, solo 16 permanecen en el Tratado.

Con el TIAR en decadencia, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos muy cuestionado tanto en su alcance como en la exégesis e instrumentación de sus facultades y con una estela de pareceres a nivel de América Latina que sostienen la obsolescencia y disfuncionalidad de la OEA y propugnan por su reforma integral o su desaparición, debemos concordar en que este tipo de escenario, de fuego cruzado, debe despertarla o definitivamente debe hacer entender a los países la necesidad imperiosa de reforzar otros escenarios de integración que puedan colocarse a la altura de los tiempos y a nivel de sus intereses como bloque.

Al final, pasa otra ronda de sesiones de la OEA y los pueblos de América sienten que algo les falta y que por el contrario sobra, en proporciones industriales, burocracia y muchas palabras.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas