Coyuntura para no economistas

Pasadas las elecciones, la opinión pública redirige su atención hacia los problemas que enfrenta la gente cotidianamente. Uno de los que más preocupa es la cuestión económica.

Pasadas las elecciones, la opinión pública redirige su atención hacia los problemas que enfrenta la gente cotidianamente. Uno de los que más preocupa es la cuestión económica.De allí la frecuencia de las preguntas que nos hacen a los y las economistas quienes nos rodean y los medios de comunicación con respecto a la coyuntura. ¿Qué está pasando? ¿Qué nos espera en el futuro inmediato? ¿Se “moverá” la economía? ¿Habrá más dinero en la calle? Esta pieza es para no especialistas con interés y preocupación por las respuestas.

El informe “Resultados Preliminares de la Economía Dominicana Enero-Marzo 2012” del Banco Central es un buen pie de amigo para empezar a responder. Desafortunadamente, el informe confirma algunos de los temores que se venían albergando.

El primero y más notable es que se advierte una clara desaceleración económica. En ese trimestre, la producción creció en 3.8% comparada con ese mismo trimestre del año pasado, un nivel muy por debajo del promedio registrado en los primeros trimestres de cada año desde 2005. Es obvio que no son buenas noticias. Aunque el crecimiento económico no se traduce automáticamente en bienestar social, su reducción significa una menor generación de empleos y menores oportunidades de negocios en general.

Según el informe, esa reducción estuvo liderada por las manufacturas, tanto local como de zonas francas, y por la construcción, mientras que los servicios y en menor medida la agropecuaria contribuyeron a que la caída no fuese muy abrupta. La caída en la construcción se dio a pesar del muy fuerte aumento del gasto público en inversión (92% con respecto al primer trimestre de 2011), lo que supone que la construcción privada se derrumbó. El informe reporta que los préstamos para construcción cayeron en 1.6% respecto al primer trimestre de 2011, las ventas de cemento cayeron casi en un 62% y las de pinturas en 25%. Las altas tasas de interés prevalecientes seguramente contribuyeron a ello.

El segundo temor, confirmado por el informe, es el fuerte aumento del gasto y del déficit público durante el primer trimestre del año, en particular como resultado de un aumento de la inversión pública. El déficit es preocupante en tanto amenaza con obligar a un ajuste drástico del gasto que arrastraría al resto de la economía a un menor crecimiento.

Hay quienes argumentan que el costo del desbalance fiscal debe ser pagado por el gobierno contrayendo el gasto frente a cualquier otra alternativa como nuevos impuestos o endeudamiento. El argumento es entendible por la forma y los objetivos del incremento del gasto en el contexto electoral. Sin embargo, hay que recordar que el costo de un violento ajuste del gasto lo pagamos todos y todas con menores oportunidades económicas.

Un tercer elemento representa un cierto alivio: de acuerdo a cifras oficiales, la crisis internacional no está afectando de manera significativa las exportaciones de bienes y servicios. Parecería que la composición actual de las  exportaciones es más resistente a la crisis de lo que suponíamos. El sector exportador no es una fuente importante de crecimiento pero tampoco de recesión.

El cuarto elemento es que la política monetaria, que se ha enfocado obtusamente en llevar la inflación anual a menos de 5%, logró su cometido pero a costa de altas tasas de interés y menor crecimiento. El Banco Central reconoció esto implícitamente al reducir sus tasas de interés buscando reactivar el crédito y el crecimiento.

Por último, la deuda pública aumentó en unos US$2 mil millones entre el primer trimestre de 2011 y el primero de 2012. Esto incrementó de inmediato el servicio de la deuda debido a los Bonos Soberanos, y lo hará a mediano y largo plazo por la nueva deuda con organismos multilaterales y con Venezuela.

En síntesis, nos asomamos a un período de menor crecimiento y de menos oportunidades laborales para la gente. La situación fiscal y el peso de la deuda amenazan con desacelerar el crecimiento aún más. La crisis internacional también amenaza pero hasta ahora sus efectos sobre las exportaciones no son intensos. Las autoridades monetarias saben de esto y parecen estar corrigiendo el rumbo, pero en la medida en que las fiscales estén atrapadas, habrá poco espacio de maniobra.

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