El obispo de la diócesis de La Vega reafirmó ayer su compromiso de seguir trabajando por los que más lo necesitan y aseguró que para ello no requiere ser rico.“Yo me siento feliz de no tener nada, alguna vez quisiera tener para ayudar, pero yo soy feliz sin dinero. Le digo a la gente que pueden revisarme, que no van a hallar ninguna cuenta ni siquiera para allá para Noruega o Suecia, pero me siento contento y les doy mi corazón”, dijo monseñor Antonio Camilo González durante una homilía celebrada en la Catedral Primada en ocasión de su 50 aniversario en la orden sacerdotal.
Entre reflexiones y anécdotas jocosas el prelado, oriundo de Ojo de Agua, Salcedo, expresó su regocijo por tener medio siglo al servicio de la Iglesia Católica.
“Yo me siento feliz y contento de ser sacerdote y por eso agradezco a Dios”, aseguró.
Monseñor Camilo inició a los 10 años el camino hacia la santidad y hoy, a sus 74 años narra que el orden, la disciplina y la perseverancia lo han ayudado mucho en sus años de vida sacerdotal.
El obispo de La Vega ha sido párroco en Cambita, San Cristóbal; en Cristo Rey, Distrito Nacional; en San Isidro, Santo Domingo Este, en Bayaguana, Monte Plata y también de la parroquia de Baní.
El sacerdote explicó que fue a cada una de esas comunidades a enseñar, pero que en el proceso también aprendió de todos los feligreses.
“Todo eso yo lo fui guardando en mi corazón y me ha ayudado mucho en el ministerio sacerdotal”, expresó.
Luego de la misa fue presentado un video con los testimonios de personas de las demarcaciones donde el obispo se desempeñó, las cuales resaltaron los aportes del prelado católico a sus respectivas comunidades y las huellas que dejó en su gente.
A la homilía asistió el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, monseñor Amancio Escapa, el párroco Manuel Bodenlle, así como representantes de todas las zonas en las que monseñor Camilo sirvió durante sus cinco décadas como sacerdote.
