El poder mediático en la crisis de Medio Oriente

Hasta el día de hoy muy pocos en occidente conocen que Libia, bajo el mandato de Gadafi logró colocar  a ese país en los…

Hasta el día de hoy muy pocos en occidente conocen que Libia, bajo el mandato de Gadafi logró colocar  a ese país en los más altos índices de vida de África, el gobierno creó un sistema de educación altamente efectiva que garantizaba a los libios un impresionante grado de alfabetización, garantizaba la educación universitaria gratuita, dotó al sistema de seguridad social de cobertura universal para todos los ciudadanos, creó una estructura económica capaz de ofrecer los servicios públicos básicos gratuitos, mantuvo permanentemente una tasa cero (0) de interés para los préstamos a particulares y el precio del galón de gasolina no pasó nunca de 14 centavos de dólar americano.

¿Por qué en un escenario de visible bonanza y bienestar un líder es enfrentado, combatido, sodomizado y violentamente asesinado sin que la opinión pública haya defendido ni un poco esos indicadores de vida?

Probablemente las razones fueron las mismas o muy parecidas a las que motivan el presente conflicto que tiene ya ribetes de guerra civil en Siria y que, como todo problema complejo, no tiene una explicación sencilla sino que las aristas que lo rodean son de difícil comprensión y de mucho más precaria explicación, pero mas allá de eso, es muy posible que ningún medio se dedicara a reseñar objetivamente los hechos sin apasionamientos y con el  objetivo único de informar diáfanamente, sino que la opinión pública haya sido volcada  intencionalmente hacia el mismo fin, “derrocar al tipejo de turno”.

Existen elementos comunes que sin ir a lo profundo del infierno que “al parecer” –porque solo vemos lo que nos pasan los medios de manera interesada o no- viven las calles de Siria, y que podemos intuir de manera clara.

Occidente y algunos países de la Liga Árabe, como sucedió con Libia, ya se hartaron del rostro de Bashar Al Asad  y de que la minoría alauita a la que representa, y que no llega a un 10 % del total de la población, continúe gobernando un país en donde cerca del 80% es de identidad suni. Se hartaron del “tenso equilibrio” que vivía esa zona por las disputas territoriales de este país con Israel por el dominio de Los Altos del Golán y los medios de comunicación, conscientes o no, trabajan para que suceda allí lo que sucedió en Libia aunque las consecuencias sean al final peores, pues, estando Rusia, China, Irán y los grupos de Hezbola y Hamas apoyando a Bashar Al Asad, cualquier cosa puede acontecer.

Esto es parte, necesariamente, del ciclo de guerras neocoloniales que empezaron en Libia, continúan con Siria y que necesariamente tendrá que llegar en un momento determinado – o indeterminado- a Irán,  y que, es una modalidad de la misma guerra, colonialista por demás, que se lleva a cabo en Europa sin armas visibles pero con elementos agresivos de mercado que atacan los programas sociales –la famosa austeridad- como armas letales en contra de la democracia y de la soberanía de los Estados y que intentan revivificar, tanto este tipo de guerra como la primera, al alicaído sistema capitalista.

La historia siempre es escrita por los vencedores, no obstante, la experiencia en Medio Oriente nos deja un sabor amargo en cuanto al compromiso de informar con objetividad que tienen los medios, ya sean estos proclives a apoyar a vencedores o a vencidos. Y es que, tal como pasó en Libia, en Irak, Afganistán y sucede ahora en Siria, las personas solo reciben una parte de los hechos que por lo general son manipulados por un bando y otro y que no reflejan la realidad de lo que realmente acontece; más aún, una vez destruido el objetivo principal, todos en masa abandonan la historia sin importar que la situación en esos lugares sea peor a la que se vivía antes de derrocar al régimen de turno.

Es innegable que la situación en Siria es preocupante, sin embargo, una intervención militar extranjera – casi todos los medios se hacen eco de eso o lo sugieren sutilmente- solo traerá más muerte y desolación a ese país y a su gente.

Hoy termina el mandato de los observadores de la ONU en Siria y aunque el plan de paz ha sido un verdadero y total fiasco, la comunidad internacional no debe detener sus esfuerzos por encontrar en la diplomacia la solución pacífica a este tipo de conflicto y los medios de comunicación deben asumir un papel de objetividad y de actitud propositiva que respete la soberanía de los Estados y que promueva la paz y la concordia a nivel mundial.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas