Infante con parálisis cerebral necesita recursos para tratamiento

Si Esmeralda pudiera, quizás preguntara ¿Cuánto cuesta su vida? ¿Cuánto  invertir en su salud?  O si es preferible dejarla morir  para “optimizar recursos”. Pero ella no tiene esos pensamientos

Si Esmeralda pudiera, quizás preguntara ¿Cuánto cuesta su vida? ¿Cuánto  invertir en su salud?  O si es preferible dejarla morir  para “optimizar recursos”. Pero ella no tiene esos pensamientos. Primero, porque apenas rebasa los dos años de edad; segundo, porque padece parálisis cerebral, un conjunto de trastornos del movimiento, derivado de  un daño al cerebro.

Ocurrió luego que una doctora rehusó hacer el parto en el hospital de Jarabacoa. Alegó que ese día  tenía “un compromiso  importante en Santo Domingo”.  Finalmente, Esmeralda nació en La Vega. Por desgracia, la falta de oxígeno le provocó  el mal que arrastra.

“Nació muerta. Dios quiso hacer el milagro y por eso está viva”  cuenta, en medio de sollozos,  su abuela, Fabiana del Carmen (42 años).  Ella está a cargo de la niña. Su hija –la   madre de Esmeralda-  es una adolescente soltera de 19 años; el padre, no aporta a  la manutención.

Hace un mes,  Esmeralda está  interna en el Hospital Robert Reid Cabral. Llegó con problemas respiratorios y convulsiones. De lo primero,  mejoró;  las convulsiones y fiebre, continúan.

Aunque,  a  veces,  lo malo puede agravarse. Ahora  a la niña intentan  darle  el alta. Y es que cada dosis del medicamento  contra los ataques cuesta 700 pesos, y requiere tres diarias. Un precio que, le han dicho a Fabiana,  el hospital no puede asumir. Y por eso la bebé  no lo recibe.

“Yo no quiero que la tengan acostada nada más. Que le pongan la medicina. Si me la entregan  se morirá en el campo”, dice Fabiana.

Las autoridades del centro hospitalario  han prometido revisar su caso.

Un  médico en  Santiago dictaminó hace un tiempo  que, con terapia, Esmeralda podría hablar y caminar. “Él (el medico santiagués) dijo que Esmeralda puede llegar a ser normal. Sé que es así, porque cuando la baño,  se queda de pie…. trata de hablarme”,  enfatiza Fabiana,  mientras pide perdón por no poder contener las  lágrimas.

Pero,  la terapia  también requiere recursos. “Hipotequé  mi casa. Vendí todo. Paso hambre en el hospital,  y tengo que pedir  pasajes  y ‘bolas’ para hacer diligencias” dice. 

Cuatro hijos,  entre veintiún  y once años la esperan  en Jarabacoa. “Mis hijos son buenos; son evangélicos,  y mi madre los vigila, pero me hacen mucha falta.  Estoy desesperada”, dice la mujer.

Fabiana clama  porque alguna persona o institución  colabore.   Ha tocado varias puertas y muy pocos responden.  Le regalan o prometen algunas dosis de medicamento, unos pesos o algo de ropa. Lo agradece, pero las necesidades de Esmeralda son constantes. Por sobre todo, ella quiere que su nieta reciba los medicamentos y terapias que le permitan tener una vida que valga la pena vivirse.

Si quieres  darle esa  oportunidad a Esmeralda,  llama a su abuela al 829-320-5479o visítala  en el Hospital Robert Reid Cabral, en la habitación 308.

 

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