Por la “extrema negligencia” de los agentes policiales actuantes junto a él en aquel fatal allanamiento, y que deberá esclarecer y especificar la investigación en curso, está muerto el fiscal Omar Álvarez. Más allá de esa causa puntual, el lamentable suceso desnuda las pobrísimas condiciones de seguridad del ministerio público. ¿Está supuesto un fiscal a actuar despojado de protección antibalas o sin arma de fuego? Afloran los comentarios de que estos servidores ordinariamente se desempeñan en peligro. Realizan misiones riesgosas con un solo policía. Son de las debilidades que debieran ser revisadas, ahora que el procurador general anticipa que “el procedimiento será cambiado”. Lástima que una vez más el candado se coloque después del robo.

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