Ecuador: Del pensamiento liberal a la integración latinoamericana

En el día de hoy, en el marco de la inauguración de la Sala Latinoamericana y Caribeña de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, la embajada de Ecuador en nuestro país pondrá en circulación las obras “Alfaro y Amapala -Pacto político&#82

En el día de hoy, en el marco de la inauguración de la Sala Latinoamericana y Caribeña de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, la embajada de Ecuador en nuestro país pondrá en circulación las obras “Alfaro y Amapala -Pacto político reservado y Carta de Eloy Alfaro a Máximo Gómez” y “Rendición de Cuentas de la embajada de Ecuador en República Dominicana, concurrente en Haití”. Hoy, viendo el nivel de tensión que ha caracterizado el escenario postelectoral, cualquiera puede darse cuenta de que, efectivamente, a Nicolás Maduro le espera una tarea sumamente ardua frente al ejecutivo.

En la puesta en circulación de estos libros existen elementos que, para las relaciones internacionales, son medulares y que por tanto, no deben escapar a una consecuente valoración.

En primer lugar, este pequeño pero sustancioso libro “Alfaro y Amapala- Pacto Político Reservado y Carta de Eloy Alfaro a Máximo Gómez”, que hemos leído detenidamente gracias a la honrosa distinción que nos hiciera el embajador Carlos López Damm al obsequiárnoslo, trae consigo elementos de inédita y profunda  relevancia al momento de analizar y tratar de entender, no solo los frutos de la revolución ciudadana impulsada en Ecuador por el presidente Rafael Correa, sino también los antecedentes nodales del proceso de integración que vive América Latina y sus inconfundibles raíces surgidas a partir del pensamiento liberal de hombres como Eloy Alfaro, José Martí, Máximo Gómez y muchos otros de incuestionable importancia.

El libro ofrece la oportunidad de conocer en esencia al general Eloy Alfaro en algunas de las dimensiones más importantes de su prolífica vida, haciendo un repaso por su pensamiento revolucionario liberal en el que se percibe una clara visión americanista derivada del pensamiento de Simón Bolívar; su desempeño como estadista, presidente de Ecuador en dos ocasiones de 1897 al 1901 y de  1906 al 1911 espacio en el que concibe la avanzada constitución de corte laico-humanista del 1906 que separa el Estado de la Iglesia, consagra la libertad de enseñanza, otorga derechos a la niñez y a las mujeres y suprime el “concertaje” o sistema semi-feudal con carácter esclavista que era utilizado todavía en algunas zonas de Ecuador, entre otras cosas; así como su pensamiento internacionalista concretado en una verdadera “doctrina” digna de estudio profundo y sosegado.

Ya al momento de la firma del Pacto Político y Reservado en 1900 entre Nicaragua, Venezuela y Ecuador, se habían celebrado el Primer y Segundo Pacto de Amapala en 1890 y 1895 respectivamente. Las ideas de Eloy Alfaro intentaron crear la Confederación de Estados Sudamericanos, antecedente directo al Unasur y, además, cuando en 1895 asumió por primera vez el poder convocó a un Congreso Continental Latinoamericano en  México con la intención de analizar y reglamentar la llamada “Doctrina Monroe”, aplicada desde los Estados Unidos, con el objetivo de contrarrestar cualquier intento de colonización europea, y sintetizada en la famosa frase “América para los Americanos”, que sin embargo, se utilizó como instrumento intervencionista en América Latina; basta con recordar las intervenciones en Haití, Nicaragua y nuestro país; la anexión de territorios mexicanos, la conversión de Puerto Rico en territorio de Estados Unidos y la firma de unos acuerdos entre ese país y Gran Bretaña con lo cual fue posible, aun en contra de Nicaragua, la construcción y monopolio del canal interoceánico de Panamá.

De todo lo antes dicho se colige que el pensamiento liberal de Alfaro no solo pretendía crear precedentes de importancia en su país, el cual en base a sus ideas y ejecutorias experimentó avances de gran importancia y, quizás hasta podría decirse,  recibió en ese momento, en el que el imperialismo avanzaba a pasos agigantados hacia América Latina, el germen de contestabilidad y reacción que hoy ha dado como resultado el nacimiento de una revolución ciudadana, hija legitima de aquella revolución liberal liderada por este prohombre de la historia reciente, sino que también, desde esa misma mística de defensa al americanismo y continuación a las ideas de Simón Bolívar, se creó la antesala al proceso de integración que en la actualidad se percibe avanzar en toda Sudamérica y el Caribe.

Aquella convocatoria para la realización de un Congreso latinoamericano en México hecha por Alfaro parecería una segunda edición del Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por Bolívar setenta años atrás, pero los pactos de Amapala y el Pacto Político y Reservado de 1900 contienen además la esencia objetiva de la integración latinoamericana convertida en ese momento en acuerdos de carácter pacífico y defensivo frente a desafíos externos y al avance del gigante del Norte. Esos acuerdos podrían equipararse a la Celac, al Unasur y a todos aquellos mecanismos subregionales que luchan por otorgarle vigencia e igualdad jurídica  internacional a sus propios Estados.

Este libro, en síntesis, es una provocación al análisis profundo del pensamiento liberal de Alfaro y la degustación histórico-literaria de elementos determinantes del mismo, tales como la búsqueda de apoyo internacional para las luchas libertarias, la concertación de ideales con José Martí, Máximo Gómez, Mitre, José Santos Zelaya, Antonio Maceo entre otros, y las iniciativas de interposición de buenos oficios ante la corona española por la independencia de Cuba y de Puerto Rico.

En segundo lugar, la presentación de las memorias de la Embajada es una muestra fehaciente de la nueva dimensión que Ecuador otorga a la Diplomacia Ciudadana, no desde el ámbito de las acciones de la sociedad civil y de la ciudadanía en general en el escenario diplomático, como podría derivarse del término, sino más bien desde el marco ideológico de la revolución ciudadana que tiene como fin último el desarrollo de una cultura humanística que, primero, coloque al hombre o ciudadano en el centro de las ejecutorias oficiales, las cuales no escapan al espectro de la diplomacia; y segundo, al Estado, como ente redimensionado a favor del bienestar, no solo de los nacionales presentes en su país, sino también de aquellos a quienes, desde la concepción del Estado, se les considera como el producto de exportación de mejor calidad de Ecuador en el plano externo, sus ciudadanos.

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