En 2 Crónicas 6:12, leemos que el rey Salomón se puso ante el altar del Señor y, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos. También se arrodilló y oró diciendo: “No hay Dios como tú en cielo ni en la tierra, pues tú cumples tu pacto de amor con quienes te sirven y te siguen de todo corazón”.
Conocemos que Dios no es un Dios democrático, es dedocrático, escoge, señala, determina, llama, pone y quita.
No busca consenso ni opinión, es Señor de todo; habló a la nada y todo fue hecho, habló al universo y éste obedeció, habló a la tierra y prosperó.
Y cuando un hijo, siervo o rey le habla al corazón, su corazón de padre responde asombrosamente.