El redescubrimiento de Latinoamérica y el comercio en el Caribe

Quinientos veinte años después de que el “buscavidas” de Cristóbal Colón llegara al Caribe, estas “pequeñas e insignificantes islas” siguen siendo la puerta del continente americano. Basta con ver que el puerto en donde “atracaron las&#8230

Quinientos veinte años después de que el “buscavidas” de Cristóbal Colón llegara al Caribe, estas “pequeñas e insignificantes islas” siguen siendo la puerta del continente americano. Basta con ver que el puerto en donde “atracaron las naves” de los representantes de la primera y segunda potencia económica del mundo, ha sido, hace tan solo unas semanas, en las acrisoladas aguas del mar Caribe, esta vez, en Port of Spain, Trinidad y Tobago. Desde allí, luego de realizar los “intercambios” – no hablamos de espejitos – de lugar, partirían en conquista  hacia el interior del continente.

Desde luego no se produjo un desembarco simultáneo, sino que pasaron unos días entre una “epopeya”  y otra. Joe Biden, vicepresidente  del norte y “capitán en funciones” de la primera nave llegaría primero y luego, desde el “reino de los 1300 millones” llegaría Xi Jinping, con igual intención que el primer capitán: ofrecer cooperación, después de ésto, abrirse paso entre la espesura del bosque, hacia la conquista de Latinoamérica.

¿Por qué esta historia del redescubrimiento de “Latinoamérica”, no comienza por “La Hispaniola” como sucedió en 1492?

¿Qué tiene Trinidad y Tobago que, en “la bruma” de la noche, la hizo más visible a los ojos del “vigía”, esta vez, que cualquier otra isla del Caribe?
El inmenso valor que poseía el oro para las finanzas imperiales y la supervivencia de las monarquías del siglo XV, en la economía internacional moderna, lo posee el petróleo, el gas, y los recursos energéticos. En la República Dominicana ya el oro no se encuentra en la arena de los ríos como en aquella época y en vez de poseer recursos energéticos somos un país eminentemente importador y consumista hasta la saciedad de ese tipo de bien de la naturaleza.

Trinidad y Tobago, en cambio, posee yacimientos de gas equivalentes a la cuarta parte del total que se produce en América del Sur, el Caribe y América Central, lo que la convierte en el primer exportador de este hidrocarburo en la región; sin mencionar los hallazgos recientes de petróleo que posee. Este tipo de detalles, nos da a entender el porqué del interés de los Estados Unidos y China en el Caribe, y especialmente en ese país, como puerta de entrada a Latinoamérica.

Ese marcado e inocultable interés de las potencias por América Latina – Rusia también hace esfuerzos por acercarse más a Latinoamérica – debe ser aprovechado para, haciendo uso de las herramientas indispensables y oportunas que ofrece la diplomacia, convertir esta zona del Gran Caribe en un área de comercio de importancia nodal en la conformación del entramado económico, sino mundial, por lo menos regional. Una emulación positiva de los “tigres asiáticos”, a una especie de “Delfines del Caribe”.

Como ejemplo de ese tipo de relación que surge por el interés de las potencias en esta zona y que puede redituar grandes beneficios a ambas partes, basta con mencionar el Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea que firmaron los países del Cariforo, organismo compuesto por los países del CARICOM y por la República Dominicana. Este instrumento internacional ofrece la herramienta necesaria para, a partir de la aplicación del “principio de preferencias regionales” establecido taxativamente en el acuerdo, no solo profundizar la integración plena de los países caribeños, sino también de lograr un nivel de intercambio comercial que no pueda ser interrumpido por veleidades como la que produjo el impasse surgido con Haití por la veda a las importaciones cárnicas desde nuestro país a partir de una interpretación errónea del origen de un virus.

El principio de preferencias regionales establece que, “cualquier trato más favorable o ventajoso otorgado bajo este acuerdo por un país signatario del CARIFORO a la Unión Europea deberá ser también disfrutado por cada uno de los países signatarios del CARIFORO”. Dicho principio está en vigor para República Dominicana y los países del CARICOM, con la excepción de Haití, para quien entrará en vigencia en diciembre del 2014. De manera que, nuestro país tiene acceso directo y en doble vía, con las mismas condiciones que les ofrecen los países del área a la Unión Europea, a los mercados de catorce países del Caribe, con excepción de Haití, que deberá otorgarlas, sin necesidad de un TLC, a partir de diciembre del 2014.

Es hora de que la República Dominicana, la mayor economía de la zona del Caribe, propicie y lidere un intercambio comercial más fluido con los demás países a los cuales, aparte de que están obligados por la cláusula vinculante del Acuerdo de Asociación Económica (AAE/EPA-UE) a abrir sus mercados a los productos dominicanos – salvo algunos que están sujetos a salvaguarda especial – les conviene importar desde nuestro país, por nuestra ubicación privilegiada y por el acceso de nuestra economía al mercado norteamericano derivado del DR- CAFTA, las cosas que no producen. Trinidad y Tobago, por ejemplo, mantiene un sector de producción energético desarrollado, sin embargo, presenta carencias importantes en otros sectores de producción –agropecuario, por ejemplo – que podrían ser llenados eficientemente por operaciones de mercado desde la República Dominicana.

Se estaría de esa forma, por un lado, creando una relación simbiótica de importancia que le daría a la región cierta independencia en términos comerciales y que la colocaría, al mismo tiempo, en otra dimensión a la hora de verse a la cara con otros sujetos internacionales de mayor poder.

Por otro lado, Haití es el segundo socio comercial de la República Dominicana, sin embargo, debemos, como tarea impostergable, lograr cambios en la balanza comercial y fortalecer el comercio con los demás países del Caribe, apoyados ahora en los acuerdos existentes que nos benefician grandemente, como una forma de explotar este “redescubrimiento de Latinoamérica” que, comenzando en el Caribe, traerá consigo, de seguro, recursos importantes tanto desde Estados Unidos como desde China.

Desarrollar el comercio con estos países minimizará efectos indeseados de ridículos contratiempos, propiciados por quienes, justa y paradójicamente, siempre hemos querido ayudar.

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