Juan Bolívar Díaz: “He sido un militante de la pluralidad”

La conciencia social de Juan Bolívar comenzó a despertar a muy temprana edad. Por eso, no le fue difícil darse cuenta de que, mientras la educación cristiana que recibía en el Colegio Loyola le enseñaba a no robar, en la bodega del batey donde&#8230

La conciencia social de Juan Bolívar comenzó a despertar a muy temprana edad. Por eso, no le fue difícil darse cuenta de que, mientras la educación cristiana que recibía en el Colegio Loyola le enseñaba a no robar, en la bodega del batey donde nació, la práctica era no solo constante, sino obligatoria. Así lo disponía el patrón y no había otra alternativa que obedecer, pero esto no quiere decir que no lo deplorara.

Dentro de sí cohabitaban una profunda fe cristiana, una firme vocación religiosa y el ardor de un joven revolucionario que luchaba por la libertad de su país. Llegó al seminario decidido a convertirse en sacerdote, pero sus ideas sobre la política y la admiración que sentía por el profesor Juan Bosch, hicieron crecer las hostilidades en su contra, razón que lo hizo abandonar su anhelo de convertirse en cura. Sus convicciones y posiciones fuertes le han generado serias dificultades en el campo profesional. “Empecé muy temprano a tener dificultades en la profesión. Me volaron el carro en el año 1970 y a finales de ese año, estuvieron a punto de volarme la cabeza en un atentado que se había planificado y del cual me dieron cuenta días antes. Me fui un año fuera del país y regresé a México”. Se fue con la promesa de volver en un año, así lo hizo y el resto es historia.

1. En un batey
Yo nací en un batey del ingenio Consuelo, en San Pedro de Macorís, donde había una concentración muy grande de pobreza y también tenía como cosa característica, la simbiosis entre  tres elementos culturales que se juntan en la sociedad dominicana, que son la ascendencia dominicana, la inglesa de los cocolos y la haitiana de los trabajadores agrícolas haitianos. Esas tres culturas se conjugaban en el batey y yo fui influenciado por las tres.

2. Cambio de vida
Mi infancia estuvo marcada por el divorcio de papá y mamá. Cuando mis padres se divorciaron yo apenas tenía ocho años. Esos dos o tres años antes del divorcio, que son traumáticos, yo los viví cuando tenía cinco, seis y siete años. El divorcio de mis padres, contradictoriamente representó nuestra salida del batey, porque mi madre se fue a vivir a San Pedro de Macorís y después nos fuimos a vivir a San Cristóbal. Pero si no se divorcian, probablemente el curso de mi vida habría sido muy diferente, tal vez no hubiéramos salido tan temprano del batey y no hubiésemos alcanzado el nivel educativo que alcanzamos. Todos los demás muchachos del batey, dominicanos, dominico-haitianos, dominico-cocolos, que quedaron ahí, todos, absolutamente todos han vivido en la pobreza, los que salimos de la pobreza fuimos los que nos fuimos a estudiar.

3. Hombre de trabajo
Yo empecé a trabajar a los 13 años, cuando entré al bachillerato. En el primer año del bachillerato, ya yo trabajaba en un colmadito que puso mi mamá. Yo era que atendía el colmado con mi madre, era un colmadito que teníamos en el barrio Mejoramiento Social, cerca del puente, y después, por la crisis que vivimos entre el año 1959 y 60 el colmadito de nosotros se puso difícil y se convirtió en un expendio de carne. De manera que yo también atendía un expendio de carne. Después pasé a trabajar en una ferretería de un amigo de nosotros. Ese fue mi primer empleo alquilado. Después, mi primer empleo ya formal, en una empresa, fue en el hotel Jaragua, a principios del 63. Yo trabajé en la auditoría del hotel Jaragua. Cuando se juramentó el profesor Juan Bosch, yo trabajaba en el hotel Jaragua y recibimos una parte de los invitados internacionales que se hospedaron en ese hotel. Es decir, que ya tengo más de 50 años como empleado. Trabajaba y estudiaba, tuve que hacer el bachillerato de noche, estudiaba en el liceo Eugenio María de Hostos, siempre tuve que estudiar de noche y en el día atendía el colmado y después la carnicería.

4. Vocación religiosa
Me fui al seminario, porque yo tenía una vocación religiosa fuerte, pero no estuve mucho tiempo allá, apenas año y medio, porque yo también me hice antitrujillista muy temprano. Como a los 14 años y cuando mataron a Trujillo ya yo era de los muchachos que ponían letreros en los liceos y dábamos guerra en el barrio, pero al mismo tiempo yo me iba para el seminario. No me pude ir en el 1960, porque la situación económica de mi familia no me lo permitió. Yo tuve que seguir en el colmadito con mamá, pero juré que en el 61 me iba para el seminario, en septiembre, pero a Trujillo lo mataron en mayo y yo me vi envuelto en la vorágine de las luchas callejeras contra los remanentes del trujillismo, hasta septiembre, que compré la sotana y me fui para el seminario.

5. En el seminario
Llegué al seminario como un incendiario y me fue mal, porque el seminario era muy atrasado para lo que era yo a esa edad. Yo tenía 15 años y era un agitador antitrujillista. Era un fanático lector de cuestiones políticas, ya desde antes de la muerte de Trujillo, era un seguidor del exilio, un seguidor de Juan Bosch. En el seminario me catalogaron de boschista y Bosch en el 61-62 tuvo la confrontación con Láutico García, que era profesor del seminario. Entonces, me vi atrapado entre la simpatía por Bosch y el rechazo de la iglesia, todo eso decretó mi salida del seminario, antes de tiempo. No sé si hubiera llegado a ser sacerdote, pero lo cierto es que el ambiente se puso muy agrio conmigo. Cuando las elecciones de 1962, en diciembre, yo todavía estaba en el seminario. Cuando volví en enero, ya Juan Bosch había ganado, y el ambiente se hizo tan difícil para mí, que yo opté por irme del seminario. Yo lo dispuse así. No me expulsaron, porque no había razón. Me fui por lo mucho que me hostilizaban.

6. Periodista
Lo que yo quería estudiar era filosofía y educación. Estudié en una universidad naciente de la iglesia católica, que nada más duró un año. Esa universidad se llamó Instituto de Formación Integral, funcionó en el periodo 64-65, donde hoy se encuentra el Arzobispado de Santo Domingo y quedó interrumpida al final del año escolar, al final de la Revolución de Abril, cuando íbamos a empezar a recibir los exámenes de mayo. Ese año me lo reconocieron en México, donde yo fui a estudiar periodismo a una escuela que era de origen católico; bueno, primero fui a la Universidad Iberoamericana, no me pude mantener ahí, porque yo necesitaba un trabajito para poder seguir, porque no me dieron una beca completa, pero el horario no me permitía trabajar medio tiempo y me pasé a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Ahí terminé la carrera en dos años, eran tres años y medio, pero me convalidaron uno y el último medio año, que era de práctica, lo validé trabajando. Trabajé en el Centro Nacional de Comunicación Social, que era de la Iglesia Católica, y la pasantía la hice en Televisa.

7. Volver al país
Cuando llegué al país era un desconocido. Llegué en diciembre del 1967 y mi primer empleo fue como director de prensa de Radio HIN, era el director de Radio Noticias, un noticiario que se hacía allí y que tenía 17 emisoras en cadena. Había un buen grupo de periodistas y comenzamos a cambiar el periodismo radiofónico. Yo venía con la experiencia de México, donde se había desarrollado más el periodismo.

8. Los periódicos
De la radio pasé a dirigir el periódico El Sol, ahí estuve tres años y medio como director y después fundamos El Nuevo Diario. Permanecí ahí por tres años, hasta que renuncié y me fui porque no podía seguir luchando con las precariedades económicas y financieras del periódico. Me estaba desgastando y me empobreció. Fue la primera vez, siendo director del Nuevo Diario, que yo no tenía dinero para comprar la comida de mi casa. Llegué a tener hasta siete quincenas sin cobrar. El administrador, Persio Maldonado y yo éramos los últimos que cobrábamos. Cuando entraba algo de dinero de la publicidad, nosotros les pagábamos a los demás y nosotros nos quedábamos esperando que entrara otra publicidad. Yo me fui empobreciendo. Desde que comencé a trabajar a los 18 años, que trabajé en el Jaragua, yo siempre tuve ahorros y cuando me dieron la beca para irme a México, con esos ahorros me compré todo mi ajuar y me pagué el pasaje, pero en el Nuevo Diario se acabaron mis ahorros y llegó un día en que emocionalmente no podía seguir  y abandoné el periódico. Les dije que no podía seguir. Los que decidieron seguir con una línea menos independiente de la que nosotros teníamos, decidieron apoyarse en el gobierno de turno, pero yo no era partidario de sobrevivir de esa manera y preferí renunciar.

9. La vida en familia
Con mi compañera, Ada Wiscovitch, tenemos 28 años de casados. Ella es puertorriqueña de ascendencia yugoslava. Cuando nos casamos ella era vicepresidenta en el país del Citibank. Tenemos un hijo llamado Juan Gabriel. Ella tenía tres hijos a los que también considero hijos míos, así lo adoptamos y tenemos una excelente relación familiar. En mi primer matrimonio no tuve hijos biológicos, pero sí una hija adoptada, Hilda. En total tengo cinco hijos, tres varones y dos hembras. En Ada he encontrado un gran apoyo, armonía y una gran coincidencia de nuestra visión de la vida y la sociedad.

10. Respeto a la diversidad
Ahora que han vuelto los ataques y las exclusiones, resulta que soy el enemigo número uno de la nacionalidad dominicana. De esto me enteré en días pasados, a través de un pasquín donde yo aparecía en la portada y me calificaban como el jefe mediático contra la nacionalidad dominicana. Sin embargo, esta situación no me provoca miedo. Tuve muchos temores de niño: a la oscuridad, a los muertos… no podía pasar por la puerta del cementerio. En el batey, los muchachos me hacían maldades. Por miedo no lo cruzaba solo, pero cuando llegué a la edad adulta lo superé, al punto que nunca más he sentido miedo de nada. Me da mucha pena que en el periodismo utilicen este tipo de recursos para favorecer a un nivel de debate de exclusión y condenar a los que piensen de otra manera o tengan posiciones diferentes a las que sustentan. No creía que en esta época el periodismo dominicano se viviera de esta forma. He sido un militante de la diversidad y la pluralidad, jamás he excluido a un amigo o compañero, ni he escrito un artículo, ni hablado por televisión para excluir a ninguna persona por lo que piense o diga. Hay personas que escriben diferente a lo que yo digo y no me ofendo por eso, ni tengo que responderles directa e indirectamente. Creo que la diversidad es lo más hermoso que hay sobre la Tierra. Creo en la pluralidad y en la diversidad de la gente, de pensamiento, de raza, de cultura, de religión. Creo que enriquece al ser humano, y por lo tanto, me apena mucho que aquí haya personas que quieran imponer la uniformidad. Sueño una República Dominicana mucho más desarrollada, con instituciones democráticas más fortalecidas y que propicien un espacio de desarrollo para todos los sectores.

Una labor satisfactoria

La más grande de todas las satisfacciones que yo he tenido en esta profesión es haber sido profesor de una generación importante de periodistas. Yo di clases durante 20 años en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Impartí una materia muy importante, yo siempre di una sola materia, que era Periodismo Interpretativo, eran cinco horas de clases a la semana, entre los años 74, que comencé, y hasta el 2007, con una pausa de algunos años, que estuve fuera del país.

En ese tiempo yo vi desarrollarse una buena parte de los periodistas que hoy ejercen el periodismo, muchos de los cuales tienen posiciones importantes tanto en la radio como en la televisión, los periódicos y en muchas otras áreas y actividades de la comunicación. Para mí, haber contribuido en la formación profesional de los periodistas es una de las cosas que más satisfacción me ha dado como profesional. Uno de los mejores alumnos que yo recuerdo fue Osvaldo Santana, que hoy dirige el periódico elCaribe, hay otros que han sido directores del periódico elCaribe, que fueron mis alumnos, como Víctor Tejada, y otros que han sido brillantes y que en el tiempo que fueron estudiantes me daba mucha satisfacción ayudarlos a desarrollarse.

Orgullo
El periódico El Sol fue muy importante para mí, porque se levantó y prosperó en esa época de una manera asombrosa”.

Libertad
Uno Más Uno es una parte muy importante de mi vida, profesionalmente hablando. En Teleantillas yo encontré un espacio de libertad”.

Ataques
Empecé muy temprano a tener dificultades en la profesión. Me volaron el carro en el año 1970 y estuvieron a punto de volarme la cabeza”.

Accidente
La gente cree que yo estoy bien porque vengo a trabajar, pero estoy bregando fuertemente para tratar de salvar el brazo izquierdo”.

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