“No me gusta usar la literatura para escapar de la realidad”

La entrevista comenzó desde afuera. Llovía. Subiendo las escaleras del hotel lo encontré absorto, mirando cómo las fuertes gotas y el viento doblegaban esa masa de agua de un turbio azul de mar. Acababan de indicarme un piso 14 para el encuentro&#8230

La entrevista comenzó desde afuera. Llovía. Subiendo las escaleras del hotel lo encontré absorto, mirando cómo las fuertes gotas y el viento doblegaban esa masa de agua de un turbio azul de mar. Acababan de indicarme un piso 14 para el encuentro y de repente… ¿Por qué estás afuera? “Salí a mirar la lluvia”, respondió José Ovejero, el que sabe cómo un hombre se inventó el amor para salvarse a sí mismo. Es el nuevo ganador del premio a la novela de Alfaguara, prestigioso galardón que cada año nos trae encuentros literarios como éste.

A lo largo de su carrera ha escrito en varios géneros, ¿es la cualidad de un buen escritor o, por el contrario, esta exploración es la búsqueda de un género base?
Hay grandes escritores que han escrito un género o dos como mucho. No diría que fuera una búsqueda de mi género, simplemente pienso que cada uno te permite hacer cosas distintas, acercarte a la realidad de otras maneras y a mí me gusta experimentar y aprender, porque cuando cambias de género tienes que tocar otras teclas y me parece interesante.

Su vida literaria es bastante activa: talleres, conferencias, colaboraciones para prensa escrita… es el paraíso para un escritor ¿no lo cree?
Lo que pasa es que todo eso está muy bien para mí que soy relativamente sociable; quiero decir que el trabajo del escritor es estar detrás de su escritorio, con sus ideas y sus soliloquios, y entonces a mí me gusta salir y estar con la gente, con estudiantes y tener contacto con el mundo más allá de las letras.
¿Es una manera de alimentarse como escritor? Sí, esto alimenta lo que estoy haciendo. Hay otros escritores que no, que están más a gusto en su biblioteca y no quieren interferencias del mundo. A mí el mundo no me interfiere; me ayuda. (Acto seguido recordé a Gay Talese y su habitación en el sótano sin teléfono y con sistema de ventilación subterránea en donde escribe solo, consigo mismo.  Ovejero, por el contrario, se encuentra consigo mismo a donde quiera que vaya).

Al entrar a su Web, la pieza “Añoranza del héroe”, de JazZen, invita a darle play. ¿Qué significado tiene la música para usted?
Ya he dejado de escribir con música.  Lo que me importa es la musicalidad; que los textos que escribo tengan un ritmo, que vayan enganchando no solo por lo que está sucediendo, sino por cómo se va contando. Me gusta escucharlo y leerlo en voz alta a ver cómo suena.

Entonces, el proceso con cada novela le toma mucho tiempo…
Sí claro, pero eso depende mucho de la novela. Con La invención del amor tardé mucho en encontrar cómo contarla.

Cambios inesperados

Desde que Alfaguara declara a un escritor como ganador, la vida de éste cambia de repente, comienza una gira por varios países que, en el caso de Ovejero, inició en mayo. “Para cuando termine habré visitado unos 14 países”, comenta.
Le parece curioso llegar a varios sitios y que todo sea muy rápido, así que  evita  la sensación de estar continuamente en movimiento relatando la travesía. “Escribo un blog sobre el viaje, que se publica en el periódico El País. Eso me obliga cada noche a sentarme y preguntarme ¿qué me ha interesado que pudiera reseñar? Así respiro un poco”.  

¿De qué manera le cambió el premio Alfaguara?
En unos dos o tres años si me entrevistas podré decírtelo. Lo que sí ha habido es un cambio inmediato, tuve que dejar todo lo que estaba haciendo, incluso olvidarme de escribir por un tiempo y dedicarme solo al premio.

¿A qué le puso pausa?
A una colaboración regular con una revista mexicana y a un taller virtual de novela. Me di cuenta que no iba a tener la calma para disfrutar el viaje. Me habían dicho que te desanimas, que algunos se enfermaban o deprimían…pero bueno, me dije: si te dan un premio como este, es maravilloso, vamos a disfrutarlo.

Al hablar en primera persona en La invención del amor, ¿no ha corrido el riesgo de hablar de sí mismo?
Sí, es un riesgo y, sobre todo que el lector considere que estás hablando de ti mismo. El riesgo está ahí, y por eso me costó tanto encontrar la voz y el tono, no quería narrar como hablo y no quería identificarme demasiado con el personaje. Entonces pasé mucho tiempo ensayando para encontrarle un ritmo que no fuera el mío y para hacerle decir cosas que no fuesen las que yo diría, pero que encajaran con él. Claro, hay cosas que dice que yo suscribo y otras no. Es ahí donde Samuel se convierte no en un ser independiente, pero casi.

¿Se busca el escritor en las historias de otros?
Bueno, más que buscarse se encuentra. Pueden salir tus propias obsesiones, preocupaciones o deseos, como por ejemplo en Vidas ajenas (Premio Primavera de novela, 2005), es una historia que no tiene nada que ver conmigo…no es que me busque en las escrituras, pero a veces digo: “mira, ahí estoy”.

La despedida

Leí que era una persona de poco fiar, por advertencia de él mismo, porque se ríe demasiado.  Así que le pregunto de qué más debo cuidarme para estar preparada. Entonces ríe, y contesta que de su mal genio, que se presenta cuando alguien llega demasiado tarde. Perdone, le digo, han sido solo cinco minutos. Vuelve a reír y contesta: “descuida, por lo general soy una persona afable y se me pasa pronto”.

Le hago una última pregunta al escritor que escribe de pie. ¿Qué le gustaría que quedara claro en esta entrevista?

“Que para la literatura no es puro entretenimiento, sino que es un trabajo de investigación en el que también invito al lector. No me gusta usar la literatura para escapar de la realidad, esto me parece una visión muy conservadora de ella como refugio, cuando  lo que creo es que la literatura debe ayudarnos a tener contacto con nuestras propias vidas, porque ya las olvidamos suficiente con la televisión, con la PC o con trabajos que no nos interesan demasiado.

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