Oviedo en el Centro Cultural Mirador II

En sintonía con nuestro texto de la semana pasada sobre la obra del maestro Ramón Oviedo, hemos querido extender nuestra reflexión, ya que sin lugar a duda, la muestra que se presenta en el Centro Cultural Mirador Santo Domingo deviene como un…

En sintonía con nuestro texto de la semana pasada sobre la obra del maestro Ramón Oviedo, hemos querido extender nuestra reflexión, ya que sin lugar a duda, la muestra que se presenta en el Centro Cultural Mirador Santo Domingo deviene como un merecido homenaje a quien ha sabido encontrar en el arte uno de los medios por excelencia para la expresión de los sentimientos más puros, de los más sublimes.

Ahora bien, para que todo show se realice debe propiciarse una sinergia. En lo relativo a la exhibición de obras de arte, se presenta una lógica que incluye la presencia del curador y crítico de arte que en este caso no pudo ser mejor que el gurú Abil Peralta Agüero.

Claro está, el lugar que acoge la muestra debe ser fundamental para lograr el impacto deseado en el público, así que el Centro Cultural Mirador resultó un área en la que la arquitectura del espacio ha permitido erigir una curaduría que enarbola no sólo pasado y presente en las piezas del maestro del arte dominicano, sino que además se disfruta de una selección de piezas trabajadas exclusivamente para la pinacoteca de Don Fernando Báez Guerrero, uno de los coleccionistas más encumbrados que hayamos podido conocer en el medio local, a quien corresponden cada una de las piezas en la exhibición.

Sea cual fuere la entrada que escojamos para penetrar en los espacios del Centro, entiéndase por el Mirador o por la José Contreras, la lectura respecto a los cuadros recrea una mirada distinta. Por un lado, nos encontramos con una selección de piezas en homenaje al maestro y, por otro, se desprende un universo de textura y color, de transparencias y superposiciones.

Así que, entre líneas y colores nos invade el espíritu creativo de un ente que ha sabido beber de las fuentes privilegiadas del arte universal, en tanto que para su creación, más que guiarse por los códigos que establecen la academia propiamente, prefiere ser libre y, al hacerlo, es auténtico, reafirmando su propio sello: Oviedo.

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