“Para mí, el Señor es más grande que todo en la vida”

A sus 90 años, doña Pura Rondón, no pierde la alegría de vivir. Desde que tenía siete años, en un sueño, recibió la misión de que cada Navidad debería recordar el nacimiento de Jesús, colocando un nacimiento en la sala de su casa.

A sus 90 años, doña Pura Rondón, no pierde la alegría de vivir. Desde que tenía siete años, en un sueño, recibió la misión de que cada Navidad debería recordar el nacimiento de Jesús, colocando un nacimiento en la sala de su casa. La orden la recibió, según recuerda, de San Gregorio Hernández. Desde esa época y hasta estos días, no ha faltado al compromiso, por eso, le preocupa la suerte que pueda correr esta tradición, cuando cierre sus ojos para siempre.

Doña Pura es una mujer de una gran fe cristiana, que desde que nace el día, agradece al Todopoderoso por permitirle otro amanecer. Hoy, recuerda que el pequeño nacimiento que comenzó en una esquinita en la sala de la casa paterna, en Higüey, desde hace años ocupa el espacio completo de la suya. Ya son 83 años y, como ella dice: “lo seguiré haciendo por el resto de mi vida”.

1. Higüeyana
Nací en un campito de Higüey que se llama Machatalupa. Mi padre se llamaba Miguel Rondón y mi madre Mariquita Pillier. Éramos una familia muy unida. Mi madre murió de ciento y pico de años. Pienso que quizás el Señor me dé a mí una vida así, de ciento y pico de años, porque mi abuelita murió de 114 y mi madre y mis tíos, todos han muerto de más de 100 años de edad.

2. Al borde de la muerte
En ese campito que nací, nunca había visto nacimientos. La gente no los ponía y en esa época menos. Pero a mí se me presentó el doctor Gregorio Hernández. A mí me dio una gravedad, una fiebre de tifus, cuando yo tenía siete años y me estaba muriendo. Se me apareció el doctor Gregorio Hernández, me mostró un nacimiento y me dijo: ´Hablaría con el señor para que te devolviera la vida, si tú haces ese nacimiento así mismo como tú lo ves´. Él me dijo: ´Yo soy José Gregorio Hernández, soy venezolano y soy médico´. Entonces me inyectó, yo sentí que me inyectó. Entonces, yo desperté y les dije a mis padres: ¿y el doctor? Y ellos me preguntaron cuál doctor? y les respondí, el doctor Gregorio Hernández Cisneros, que le dicen San Gregorio. Ellos se alarmaron, porque yo me estaba muriendo y despertar así en la cama y que les hablara de eso, de que dónde estaba el médico. Ellos se asustaron.

3. En busca de San Gregorio
En ese entonces, en Higüey había  una bomba de gasolina propiedad de unos venezolanos de apellido Rochely y mis padres fueron  allá y les preguntaron que quién era Gregorio Hernández y ellos le contaron que era un señor que había muerto. Yo quise levantarme a poner mi nacimiento, con unos muñequitos de concha que yo tenía, pero ellos no me dejaron levantar. Al otro día, me levanté y cogí mis muñequitos, preparé mi nacimiento y desde esa época, hasta hoy, que tengo 90 años, pongo mi nacimiento. Ya son 83 años ininterrumpidos. Mis padres, mientras vivieron, siempre me apoyaron en eso. Me dejaban mi esquinita en la sala para instalar mi nacimiento. Los padres y mucha gente iban a verlo. Era pequeño, pero se fue agrandado, hasta que fíjate tú, ya ocupa toda mi sala. Lo instalo desde el ocho de octubre y lo desmonto en enero. Siempre me enfermo antes de ponerlo, algo me pasa siempre, este año, por ejemplo, me dio una gripe que se me quitaron las fuerzas y el ánimo y yo pidiéndole al Señor que me diera fuerzas. Una mañana me levanté con un ánimo y una energía, y de una vez me puse a montar mi nacimiento, gracias a Dios. Uno de los requisitos es que nadie me puede ayudar y si alguien intenta ayudarme de una vez se me quita el deseo de ponerlo.

4. Tranquila y obediente
Siempre fui una niña muy tranquila y obediente. Siempre fui una niña muy querida. Es muy importante que los niños se sientan queridos por sus familiares. En la escuela era muy aplicada, los profesores me querían mucho. Tú sabes, antes los padres le daban pelas a los niños, yo les aconsejo que no le peguen a los niños, que mejor los aconsejen, que hablen con ellos. Claro. Hay que darles su castiguito, pero no darles golpes.

5. Mudanza a la capital
Me mudé a la capital cuando yo tenía cerca de 30 años. Me casé a los 18 años de edad. Aún recuerdo ese día, lo recuerdo con mucha alegría. Ahora estoy fea, porque los años ponen a uno feo, pero yo era muy linda, muy elegante. Si tú ves mis fotos, todavía de 40 y 50 años, te darás cuenta, pero ya ni veo bien. Puedo decir con toda seguridad que esa fue la boda que yo había soñado.

6. Profunda tristeza
Mi esposo y mi hija mayor murieron. Mi esposo se llamaba Julio. Nos conocimos en el pueblecito de Higüey donde nací…, pero no me gusta hablar de eso. Estuvimos casados muchos años, tuvimos cinco hijas. Sólo puedo decir que él fue un gran compañero. Murió hace más de 10 años… pero no quiero hablar de eso.

7. Cambio de vida
Después de la muerte de mi esposo, la vida cambió mucho. Yo me dediqué a un salón de belleza. Tuve mi salón y me sostenía con lo que ganaba en el salón. Alquilaba habitaciones en la casa que vivíamos. No me sentí tan sola porque tenía a mis hijas y tenía personas viviendo en la casa, que duraron mucho tiempo viviendo allá. Después que me mudé para acá fue que dejé de alquilar habitaciones en la casa. Yo tenía 27 cantinas de comida del Ejército, antes de tener salones de belleza. También tuve un taller de costura, donde no me fue bien, cuando eso vino la guerra y eso fue terrible. Hoy en día solo tengo esta casa y mis hijas me mantienen. Mi yerno me pregunta que porqué fue que no economicé nada, si pude haberlo hecho, pero yo todo lo daba. 

8. El poder de la oración
Amo al Señor y confío en él, por eso rezo por mucha gente. Me paso el día entero pidiéndole a Dios y rezando por gente que yo ni conozco. A veces algunas personas me llaman, me dicen su nombre y yo oro por ellas. Yo le pido siempre al Señor por los enfermos, por los necesitados, por los que no tienen nada, por los niños, por toda la humanidad. Pienso que todos debemos estar en oración. Le pido a la gente y a los padres, principalmente, que pongan su nacimiento, aunque sea en una esquinita de su sala, para que les enseñen a los niños el verdadero sentido de la Navidad, que es el nacimiento de Jesús. La mayoría de la gente le hemos dado otro sentido. Es muy bueno reunirse en familia y compartir con alegría, pero el verdadero sentido, lo que realmente se celebra es el nacimiento del niño Jesús. También los padres deben enseñarles a los niños a pedir por los enfermos y por los necesitados.

9. Buena vecina
Algo muy importante es que tanto en esta casa, como en las que vivía anteriormente, siempre me he llevado muy bien con mis vecinos. Quiero aprovechar para recordarle a la gente que el familiar más cercano es su vecino, que tenemos que llevarnos bien con la gente.

10. Cinco hijas
Tuve cinco hijas. Iris, la mayor, Patria, Carmen María, Mariíta y Mayra. Iris, era la mayor, murió de cáncer. Ella tenía tres hijos. Tengo 18 nietos y como 10 ó 12 biznietos. Cuando mi hija murió, a mí me dio una depresión tan grande, que yo me caí de la cama y le dije: ´Señor, dame ánimo, aleja la depresión´ y el Señor es tan grande y tan poderoso, que yo cogí un ánimo tan grande que no es que yo no haya sentido su muerte, la siento, pero para mí es como si ella estuviera en otro país, por la fuerza tan grande que el Señor me dio.

Desea encontrar un heredero

A pesar de sus 90 años, Pura no permite que nadie la ayude a instalar el nacimiento que, desde hace 83 años, ocupa el espacio de su casa desde el día ocho de octubre hasta el mes de enero. “Antes, solo tardaba dos días para dejarlo montado, pero ahora me tomo de tres a cuatro días. Para desmontarlo duro mucho más tiempo. Nunca nadie me ha ayudado a ponerlo. Mis hijas me dicen que ya no bregue más con eso, porque estoy un poco corta de vista, pero ese no es un impedimento. Mira, levantar todo eso, es un gran esfuerzo para una persona de 90 años, pero Dios me da una fuerza tan grande, que solo puedo darle las gracias.

Cuando estoy poniendo mi nacimiento me siento con la fuerza de una persona de 20 ó 30 años. Quisiera encontrar a alguien que se comprometa a seguir esta tradición para regalarle el nacimiento, para que lo siga instalando el día que yo muera. Esa es una preocupación que tengo. Quiero que los dominicanos oren, que se encomienden a Dios desde que se levanten y antes de salir de sus casas”.

Navidad
Debemos entender el verdadero sentido de la Navidad, que es el nacimiento de Jesús. La mayoría de la gente le hemos dado otro sentido”.

Legado
Quisiera encontrar a alguien que se comprometa a continuar con esta tradición, el día que yo muera”.

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