Cuando todo nos parece nada

No es raro encontrarnos con personas que parecen vivir la vida perfecta, o por lo menos, parecen vivir lo mejor posible.

No es raro encontrarnos con personas que parecen vivir la vida perfecta, o por lo menos, parecen vivir lo mejor posible. Esas personas cuentan con salud, una familia que los ama, han alcanzado una posición más o menos importante en su carrera, tienen empleo, un salario con el cual pueden cubrir sus necesidades básicas, hijos sanos y amigos con los cuales pueden contar en las buenas y en las malas.

Por si todo lo anterior fuera poco, son inteligentes, capaces y competentes como el que más. Sin embargo, son las personas más tristes que pueden existir. Aun poseyendo  aquello que  para unos lo sería todo, no pueden evitar sentirse vacíos, tristes y con unas ganas constantes de echarse a llorar en cualquier lugar. En una reciente conversación con un médico de la conducta, a quien realicé una entrevista, éste me explicó que toda persona en algún momento de su vida necesita orientación, me habló de la carga tan terrible que le ponemos a nuestro cerebro. Esto me hizo sentir compasión por este órgano de nuestro cuerpo.  Cuando esperamos los resultados de algún estudio o análisis médico, sometemos a nuestro cerebro a una angustia terrible, lo obligamos a seguir produciendo, a seguir trabajando, pensando, no le damos tregua y éste debe continuar dirigiendo cada movimiento de nuestro cuerpo, todo esto, unido a las preocupaciones con que lo vamos cargando.

Los llamados episodios de tristeza son una carga aun mayor para el “pobrecito” cerebro, que debiendo continuar con sus múltiples tareas habituales, debe luchar para mantenerse lúcido en medio de la crisis emocional.

Siempre he escuchado que los seres humanos se acostumbran a todo, pero es muy peligroso cuando se llega a pensar que la tristeza es ya parte de la vida. Cuando estos episodios duran más de dos a cuatro semanas, constituyen un peligro para la salud y hasta para la vida de quien los padece. A veces la gente cuenta con amigos que siempre escuchan, que están ahí para darle un buen consejo, para tratar de ayudarle a encontrar la luz cuando las sombras lo oscurecen todo, pero cuando eso no es suficiente, no está de más buscar ayuda y más si es el primer paso para lograr la salud de la parte más importante que poseemos, que es el alma.

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