El dominicano y su basura… y 3

Las autoridades de cada ayuntamiento tienen la responsabilidad de la recogida de basura y su final deposición, procurando evitar que esto constituya un riesgo de salud pública. Los vertederos a su vez constituyen un foco contaminador, al tiempo…

Las autoridades de cada ayuntamiento tienen la responsabilidad de la recogida de basura y su final deposición, procurando evitar que esto constituya un riesgo de salud pública. Los vertederos a su vez constituyen un foco contaminador, al tiempo que fuente de recursos para los denominados “buzos”, surrealista expresión de la pobreza extrema, hombres, mujeres y niños que procuran su subsistencia “jociando” en lo que los demás ciudadanos descartan, en nauseabundo ambiente rico en bacterias y crecimientos de patógenos. El patético cuadro se completa con infinidad de garzas blancas que han cambiado sus hábitos de arrancar garrapatas al ganado para alimentarse, por perseguir alimañas diversas que abundan en la basura. Cualquier estudio sobre la salud de los dedicados a esta actividad, arrojaría dramáticos resultados. Tímidos esbozos de reciclaje se dibujan en el panorama nacional y esto a contrapelo de lo que en la cultura criolla significa “desperdicios”. Parecería que la generación que adopte la clasificación y el manejo apropiado de la basura, aún no ha nacido y que se mantiene el divorcio entre la educación y la cultura cívica. Las transformaciones dilatan y más cuando van en contravía con las costumbres. Los mercados públicos son excelente ejemplo de cómo subsisten, en asqueroso equilibrio, alimentos, desperdicios, moscas y gente en nauseabundo caldo que las lluvias acrecientan. Ratones de toda especie, cucarachas “curianas”, voladoras, alemanas, americanas, orientales y otras del diverso catálogo nacional, han aprovechado la actitud cultural criolla con la basura, produciendo nutridos ejemplares que compiten en tamaño con especies superiores. Ratones que parecen gatos, expresa el criollo “asorao” ante el ejemplar que le pasó “entre lo’pie”. Aunque paradójico, el manejo de desperdicios sólidos resulta un “solido” y lucrativo negocio que va aparejado con el manejo edilicio, cuando la basura se “valora” por su peso y así se cobra. El tema del Vertedero de Duquesa ha sido recurrente en las noticias nacionales en lo que a Santo Domingo se refiere y es que su mal funcionamiento desborda la basura capitalina y la paciencia ciudadana. Términos como “relleno sanitario”, lixiviados, olores, medio ambiente, dioxinas, contaminación y muchos otros del léxico de la ingeniería de la basura, son comunes en los medios de comunicación, pero en nada influyen en la actitud y comportamiento del criollo con la basura propia y con la ajena. El complejo problema tiene diversas y filosas aristas que conlleva soluciones mayores, porque envuelve manejo, salud pública, prevención de plagas, contaminación perceptible y escondida y contaminantes en la atmósfera y muchas más, pero el dominicano no parece tener conciencia de lo que ello significa y sigue tan campante como “Yoni uolquer”.

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