Jesús, el hijo de Dios, es recibido como rey en Jerusalén

Luego de tres años llevando el mensaje de su padre Dios por lo que hoy es conocido como Medio Oriente, Jesús entró como el mesías, en la ciudad de Jerusalén, donde fue recibido, hace ya 2014 años, por una multitud que había alfombrado la calle&#823

Luego de tres años llevando el mensaje de su padre Dios por lo que hoy es conocido como Medio Oriente, Jesús entró como el mesías, en la ciudad de Jerusalén, donde fue recibido, hace ya 2014 años, por una multitud que había alfombrado la calle con ramos de olivo, el árbol por excelencia de la zona, así como el mango o el naranjo lo son de la República Dominicana.

Aunque una gran mayoría cantaba “¡Hossana, Hossana, bendito el que viene en nombre del Señor!”, otros, sin embargo, se mostraban incrédulos al ver que al salvador que esperaban los liberara del imperio romano, que dominaba Israel, entraba a la ciudad no en imponentes carros de guerra tirados por corceles, sino en un burrito, sin aspavientos y apenas vestido con una túnica.

Se cumplía así la profecía de Zacarías (Zac.9:9) 520 años antes: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”.

Aunque alegre por entrar a Jerusalén tras el largo viaje desde Galilea, Jesús estaba consciente de que sus días como hombre mortal estaban contados, pues así estaba escrito y los sumos sacerdotes y el Sanedrín lo habían condenado un año antes porque representaba la subversión al orden establecido por el imperio romano.

Sabía que para muchos de los habitantes de Jerusalén era mal visto todo el que proviniera de la región de Galilea, ubicada al norte de Israel, donde el movimiento integrista de los zelotes tenía gran influencia y su gente era conocida por su férrea oposición al imperio romano, a cuyos soldados no perdían la menor oportunidad de matar cuando osaban incursionar en sus tierras.

Los zelotes, al que también perteneció el Apóstol Simón, eran los miembros un grupo religioso y político, fundado por el año 6 después de Cristo por Judas el Galileo, y considerados en la época como el ala más radical e integrista del judaísmo del Siglo I.

La subversión del amor
Jesús entró a Jerusalén de forma triunfante, y fue recibido por un pueblo que veía en él al Mesías de liberación que durante unos tres años venía promoviendo la liberación del hombre a través de una subversión de amor, la cual se expresaba en la caridad, la creencia en un solo Dios y la promesa de una vida de igualdad bajo el cuidado del padre.

El pueblo lo aclamaba y lo aceptaba como Cristo Rey, pero tras los muros de los palacios de Jerusalén, en su época esplendorosa por su desarrollo, los sumos sacerdotes y el Sanedrín veían que este hombre habría llegado a la ciudad para terminar de derrumbar un orden que se venía resquebrajando con su prédica y desafíos a la autoridad terrenal.

De acuerdo con el historiador Josefo, en el Antiguo Israel, el Sanedrín era un consejo de sabios estructurado en 23 jueces en ciudad judía y fungía como Suprema Corte, integrada por 71 miembros del pueblo de Israel: el Sumo Sacerdote y 70 prominentes de los tres grupos de la nación: 1) la aristocracia sacerdotal (fundamentalmente saduceos), 2) la aristocracia laica y 3) los instruidos escribas del grupo de los fariseos.

La aristocracia sacerdotal, apoyada por la nobleza laica, estaba al frente del tribunal. Los saduceos eran liberales, mientras que los fariseos eran conservadores y, en su gran mayoría, plebeyos con mucha influencia sobre el pueblo y los que finalmente decidieron la crucifixión de Jesús.

Jesús llora en Jerusalén

Mientras era aclamado, Jesús sabía que ese pueblo que lo aclamaba con vítores  no lo esperaba a él en su condición de hijo de Dios, sino como el Mesías que lo liberaría del yugo imperialista romano.

Observó que el interés de los habitantes de la ciudad era propiamente terrenal y en consonancia con la cotidianidad y situación social de la época, en que las necesidades materiales de existencia y política definían al pueblo.

Seguro que abrumado ante el cuadro, Jesús lloró por su pueblo, pues habría entendido que los corazones de sus habitantes estaban huecos, sin vida.

Pero, sin embargo, lo más importante para él era morir por todos los seres humanos y cumplir así lo escrito por otro profeta Isaías (Is. 53:4-7): “4.- Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5.- Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6.- Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7.- Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas