José Confesor, un “marchante” que ahora gana 6 mil pesos diario

La Dirección General de Comunicación de la Presidencia informó que la implementación de la tanda extendida está cambiando la vida de mucha gente porque también representa un estímulo al esfuerzo emprendedor de los dominicanos.

La Dirección General de Comunicación de la Presidencia informó que la implementación de la tanda extendida está cambiando la vida de mucha gente porque también representa un estímulo al esfuerzo emprendedor de los dominicanos.

Al dar a conocer la historia de José Confesor, el “marchante” que antes tenía que andar vendiendo vegetales de a 10 y 15 pesos por todos los barrios. Con la Tanda Extendida ha conseguido suplirle a la escuela Emiliano Espaillat de Fantino.

Arregló la casa, compró carro y puede pagar los estudios de sus hijos

Con la tanda extendida, la revolución Educativa que está impulsando Danilo Medina desde el gobierno, la vida de Confesor y de su familia está cambiando. Ahora vende hasta 6 mil pesos diario. Arregló la casa, se compró un carro y puede pagar los estudios de sus dos hijos.

Un impacto que apenas empieza a sentirse

La DICOM explicó que la el impacto de jornada de la Tanda Extendida ya se está sintiendo.

“El encadenamiento virtuoso económico y social, apenas comienza, apenas empieza a sentirse. Deja que la Revolución Educativa tenga un año, dos años, tres años…”, sostuvo el organismo.

«El que me suple a mí los vegetales, explica José Confesor, le está yendo mejor, porque yo le compro más».

La historia completa de Confesor

Antes tenía que andar vendiendo vegetales de a 10 y 15 pesos por todos los barrios. Con la Tanda Extendida ha conseguido suplirle a la escuela Emiliano Espaillat de Fantino. Ahora vende hasta 6 mil pesos diarios. José Confesor es un buen marchante.

Expliquemos eso de «marchante», porque podría creerse que es una palabra en desuso y un comportamiento inútil. «Comerciante» sería palabra suficientemente abarcadora. Y no es así.

En la cotidianidad de nuestros barrios, el marchante o la marchanta (contemporáneo del pulpero) es aquel vendedor ambulante que suple las ensaladas a la puerta de la casa y nos ahorra ir al mercado, porque él o ella lo hacen por nosotros. Antes lo hacía a pie con la cesta de repollos, lechugas, tomates y vainitas en la cabeza o en mulo o a caballo. Ahora con la extensión de las ciudades, el oficio del marchante se ha mecanizado con el triciclo o más recientemente, como es el caso de José Confesor, con camioneta, y algunos, en talante emprendedor, se auxilian del altoparlante.

Hay que precisar, valga la aclaración, que a cualquier vendedor ambulante no se le llama marchante, pues no lo es quien vende pan, dulces, moroquitos, frios-frios, morcillas y longanizas.

La virtud apreciada en el marchante o la marchanta es la confianza. Confiamos porque hacemos pequeñitos negocios todos los días y «nos acoteja».

Por eso el cocinero de la escuela Emiliano Espaillat, Leonicio Campos, destaca que José Confesor vende productos de calidad y que «todo lo que él vende es bueno».

Y el mismo Confesor al describir su quehacer, nos cuenta que «para los niños, yo me preocupo en buscar lo mejor».

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