EEUU: Ejército incorpora a mujeres a la artillería

FORT BRAGG, Carolina del Norte, EE.UU.– Bajo un grupo de frondosos árboles en los límites de un extenso campo, soldados de la Batería Bravo reposan en círculo mientras estudian los mapas de objetivos. Cerca, otros preparan cañones marca howitzer&#82

FORT BRAGG, Carolina del Norte, EE.UU.– Bajo un grupo de frondosos árboles en los límites de un extenso campo, soldados de la Batería Bravo reposan en círculo mientras estudian los mapas de objetivos. Cerca, otros preparan cañones marca howitzer mientras los helicópteros revolotean por encima de ellos. A la orilla del círculo el líder del pelotón observa el ejercicio de los artilleros.

Al parecer nadie se percata del pequeño nudo en la base del casco del teniente, o que la oficial Kelly Requa es la única mujer en el campo de la encrucijada Campbell, en las instalaciones de Fort Bragg.

En enero de 2016 el ejército de Estados Unidos debe abrir todos los trabajos de combate a las mujeres o explicar por qué no se les permite el acceso. En noviembre el ejército empezó a asignar a oficiales mujeres para encabezar pelotones de cañoneros y planea abrir otros trabajos, entre ellos los de integrantes de tripulación de unidades de artillería de campo.

La integración ocurre cuando las fuerzas armadas enfrentan el incremento de los reportes de acoso sexual y violación, y cuando el Congreso discute con el Pentágono cómo se procesarán esos casos.

Algunas de esas preocupaciones se reflejaron en la manera en que altos oficiales preparan a sus tropas para la llegada de las mujeres y lo que los hombres dicen que les preocupa, desde las dudas acerca de si las mujeres aguantarán el ritmo hasta el temor de que el lenguaje explícito sea muy ofensivo para ellas.

En una base cercana a Fayetteville, Requa es una de al menos ocho tenientes mujeres que fueron enviadas al tercer batallón del 321avo Regimiento de Artillería desde fines del año pasado para dirigir unidades de artillería de campo. Por ahora es la única mujer en su pelotón. En unos meses habrá otras mujeres en la tropa, encargadas de poner en posición los cañones de casi 2.000 kilos (4.000 libras), enfocar los objetivos y disparar las rondas.

Para las mujeres la integración significa más presión y escrutinio. Para los hombres significa mayor entrenamiento para prevenir los ataques sexuales y más lecciones sobre respeto, creación de equipos y fuerza moral.

«Desde la perspectiva del liderazgo la mayor preocupación que tenemos es la posibilidad de mal comportamiento», dijo el teniente coronel Christopher Valeriano, comandante del tercer batallón. «Incluir mujeres en unidades integradas sólo por hombres, al menos en una etapa inicial, puede provocar un aumento en el mal comportamiento».

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