Mirarse en el corazón

El papa Francisco que se gasta la humanidad cristiana no deja de llamar la atención, ya por las cosas que dice o por las que hace.

El papa Francisco que se gasta la humanidad cristiana no deja de llamar la atención, ya por las cosas que dice o por las que hace. Habla con sencillez pero con profundidad, y actúa como un simple mortal. En el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra caminando a Jerusalén,  en contacto con su pueblo, él abandona la formalidad de la homilía escrita y prefiere hablar con el alma, y luego se mezcla con la multitud y se deja hacer “selfies”, lo que está de moda.

El Papa les dijo a los fieles de la Plaza de San Pedro que miraran a su corazón para ver cómo están llevando sus vidas. Él también se empaquetó. Debía mirar su corazón.

¡Qué buen motivo para una Semana Santa! Mirarse a sí mismo es mirar hacia el corazón. Es verse por dentro, por la región espiritual, para descubrir lo que normalmente no dejamos traslucir. Aquello que los otros no pueden ver de uno y que sólo se comparte en la mismidad, donde la gente no puede penetrar y donde se origina cualquier clase de sentimiento.

La exhortación no es sólo válida para los cristianos. Si lo es para la dignidad de un Papa, lo debe ser para los líderes mundiales y nacionales, los que gobiernan pueblos y ejércitos y para todos aquellos que pueden influenciar en miles y miles de personas, por cualquier medio, o con cualquier clase de idea.

Mirar hacia el corazón es hacia dentro, como para descubrir qué cosas sentimos que nos empujan a actuar de determinada manera que no obedece a un adecuado código de conducta.

Y estos días, que pueden ser buenos para todo, brindan la oportunidad para darse esa mirada. Ese autorretrato. Algo así como un “selfie” con el alma o la espiritualidad que mueve nuestros actos.

Siguiendo el llamado del Papa podemos amanecer el próximo lunes con otros bríos, para bien propio, y probablemente, para la humanidad que nos circunda.
Es un tiempo para mirarnos, no en el espejo, sino en el alma, allá, profundamente. Quizás mejoramos.

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