A pesar de los indudables avances en el tema turístico de varias regiones del país como el Este, sigue siendo urgente afrontar con seriedad algunos problemas y necesidades que aún presenta el sector.
Son muchas las ventajas comparativas que ofrece la República Dominicana en términos de atractivos turísticos en relación a los demás países caribeños, y sin embargo el crecimiento del turismo anual no supera el crecimiento regional promedio.
Según alegan representantes de asociaciones y grupos que trabajan con turismo localmente, varios factores parecen combinarse para producir esa situación en un renglón tan importante para la generación de divisas y en general para la economía dominicana, como la reducción de la promoción internacional del país o las altas tasas e impuestos que encarecen desmesuradamente los boletos aéreos hacia República Dominicana.
Sin embargo, sin minimizar la importancia de lo anterior, hay ciertos problemas que de no resolverse o al menos encaminarse a soluciones realistas y duraderas, aunque se arreglen los ya citados, resultaría muy difícil que el país vuelva a convertirse en el poderoso imán de turistas que una vez llegó a ser.
La seguridad ciudadana, por ejemplo, es un tema crucial. Es una regla no escrita que para el viajero su viaje es tan seguro como el lugar más inseguro que visita, y basta con leer los datos sobre muertes violentas publicados por la Procuraduría General de la República o simplemente leer la prensa diaria para confirmar que, aunque ha habido una ligera mejoría, la inseguridad sigue siendo la regla.
La higiene y la salubridad también son esenciales ya que el turista necesita algunas garantías de que su salud no sería afectada. Sin embargo, es poca la tranquilidad que puede sentir cualquier potencial visitante si conoce los datos sobre enfermedades tan comunes en el país como el dengue, la leptospirosis y el cólera y que normalmente son indicativas de atraso y subdesarrollo.
Si a todo lo señalado le agregamos la imagen de pobreza y descuido en algunos lugares del país como ciertas zonas del Sur, las discusiones escenificadas públicamente por sindicatos de choferes para disputarse los pasajeros, los molestos “buscones”, los “macuteros”, los que piden en las calles, los sobreprecios destinados a engañar a extranjeros y, entre otras cosas, la falta de organización generalizada, es necesario concluir que el problema es mucho más complejo de lo que parece y si sólo se procuran soluciones promocionales y presupuestarias será un simple maquillaje, efímero e ineficaz.
