Después de 46 años como legislador experimentado, el congresista Charles Rangel marcha camino a una derrota segura. Es obvio que su capital político ha llegado a su fin. Empujado por múltiples factores, errores capitales como las 13 violaciones éticas por las cuales fue sancionado en el Congreso de los Estados Unidos, y ahora por la revelación de que ha cometido ocho evasiones fiscales, imperdonables para cualquier ciudadano común, y mucho menos para una personalidad su categoría histórica ante el Congreso. Sumado al deterioro de su salud, con 83 años a cuestas, no ha de esperarse ninguna sorpresa en la revancha del congresista de Harlem, frente al senador dominicano Adriano Espaillat.
Es evidente que Rangel, viejo amigo de la República Dominicana y su comunidad en Nueva York, luce cansado, agotado, aunque quiera proyectarse fuerte e invencible. Su naturaleza de caudillo congresual lo lleva a aferrarse a su posición hasta el último minuto. Pero ya no es lo mismo. Jamás puede ser visto como aquel líder que en su época de oro impulsó y llevó a la victoria al primer alcalde negro de Nueva York, David Dinkins en los 90’s. Es innegable su legado social, político y económico para el barrio de Harlem, expresado en la transformación más extraordinaria que haya sufrido esa zona tradicionalmente olvidada y deprimida de Nueva York.
Es sobre las cenizas de Rangel que Adriano Espaillat está corriendo. Un congresista que supo capitalizar en su momento a Harlem con la inversión de más de 300 millones en el Empowerment Zone creado por la administración del expresidente Bill Clinton, 1992-2000. Los vientos soplan en favor de Adriano Espaillat, quien dos años atrás perdió de Rangel por apenas mil votos de diferencia. Hoy sectores que apoyaron a Rangel en el pasado, como el presidente del Condado de El Bronx, Rubén Díaz Junior, están con Adriano Espaillat.
Con todo el poder en sus manos para asignar recursos federales, como ya lo hizo Rangel en su momento, si Adriano gana esta contienda, como todo parece indicar, no tendría cómo justificar el rostro miserable de Washington Heights después de 25 años de ascenso político. No hay dudas de que es un gran honor para los dominicanos tener un primer representante ante el Congreso de los Estados Unidos. Falta saber cómo se levantará el liderazgo político de Adriano Espaillat hacia el Congreso de los Estados Unidos sobre las cenizas del legendario Charles Rangel.
