¿Podemos seguir así?

Las incoherencias de los incumbentes de diferentes instituciones de la Administración ante la proliferación de sitios de expendio de bebidas alcohólicas y hasta de bailes en las cercanías de las universidades, retratan en buena medida el descabezamien

Las incoherencias de los incumbentes de diferentes instituciones de la Administración ante la proliferación de sitios de expendio de bebidas alcohólicas y hasta de bailes en las cercanías de las universidades, retratan en buena medida el descabezamiento que acusa el desempeño para imponer reglas en los espacios públicos en las ciudades.

Podría hablarse de irresponsabilidad, pero quizás sea más propio referirse a la elusión frente a obligaciones específicas de funcionarios ante asuntos que afectan a la ciudadanía, atribuyendo a otros lo que le puede ser propio.

En cualquier caso, lo que revelan sus comportamientos, es la falta de liderazgo, entereza y firmeza en el cumplimiento de los deberes.

Alguna autoridad debe tener competencia para regular y establecer normas de convivencia. Se presume que el alcalde tiene un inexcusable y primario deber de velar por la calidad de la vida en su municipio y auxiliarse de las demás instancias para lograrlo. No basta con declarar que tal o cual asunto “es responsabilidad de todos”.

Otros, más habilidosos, plantean la necesidad de coordinar… hasta que de nuevo la gente se olvide de que el desorden no puede ser la regla.
Como los colmados cercanos a los centros de estudios, otros problemas afectan la ciudad, y la gente los acepta con resignación, y se acostumbran al abandono.

Concurren tantos elementos que nos hablan de la clase de sociedad que construimos. La indiferencia de funcionarios que raya en el insulto al sentido común, que al mismo tiempo refleja la pobreza de una gestión que no asume su tarea y mucho menos el compromiso. Autoridades académicas que sucumben ante el predominio del caos; estudiantes aclimatados y subsumidos en lo que antes podía verse como perturbación, ahora forma parte de su modus operandi.
La huida de los vecinos ante el deterioro de lo que antes fue la “Zona Universitaria”, cobra mayor sentido, como si dijeran: Vencidos, pero no alienados.

Lo que pasa no se ve en ningún otro país que no sea República Dominicana.
¿Tendremos que rendirnos todos? ¿Podemos seguir así?

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