Alfabetizando

Con gran orgullo se publican en los periódicos dominicanos titulares como éstos:-“270 mil personas ya saben leer”.-“Más de dos mil millones se asignaron en el 2013 al plan Quisqueya aprende contigo”. -“A…

Con gran orgullo se publican en los periódicos dominicanos titulares como éstos:
-“270 mil personas ya saben leer”.

-“Más de dos mil millones se asignaron en el 2013 al plan Quisqueya aprende contigo”.

 -“A sus 72 años, Doña Lucía puede ¡por fin! firmar en el banco”.

Diversos núcleos de enseñantes garantizan que en menos de nueve meses una persona aprenda a leer y escribir. Ciudadanos voluntarios están integrados al proceso, promoviéndose con ello la sana convivencia y la paz social.

La meta es superar el analfabetismo en toda la población mayor de 15 años. Y esta es, sin lugar a dudas, una buena meta. No solo para fines de indicadores del país, sino por la enorme satisfacción individual de miles de personas que sienten que no valen nada por ser iletradas. Estas personas se convierten de repente en ejemplo para la familia y la sociedad, motivando el esfuerzo y el interés por educarse.

Lo importante, sin embargo, es decidir  qué tasa de analfabetismo estaríamos dispuestos a tolerar. Porque si bien sería perfecto que no hubiese ningún iletrado, también está claro que la alfabetización es un proceso costoso, y más aún cuando se extiende a segmentos de difícil acceso.

Debería llegar el momento en el que nos preguntemos:

¿A partir de qué edad la alfabetización es totalmente innecesaria desde el punto de vista de posibilidades de empleo y creación de riqueza?

¿No sería mejor concentrar ese esfuerzo educador en el segmento de mayor potencial como recurso  y reforzar además su formación técnica para el mundo laboral?

Y si bien es cierto que no todo es crear riqueza y que el ser humano es mucho más que un simple “ente productivo” ¿no sería más sensato crear programas de atención geriátrica, en vez de enseñar algo que los envejecientes no utilizarán por mucho tiempo?

Porque no vivimos en un mundo de recursos ilimitados y gratis. Lo que se hace en un área, se le quita a otra. Y la competencia de otros países nos pisa los talones con demasiada agresividad, como para estar dándonos el lujo de ser demasiado altruistas.

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