Albert Pujols fue una lejana selección del sorteo amateur de 1999, uno de esos con altas probabilidades de fracasar, muchas de quedarse en el camino y escasas de llegar. ¿Posibilidad de ser una estrella en las Grandes Ligas? En la escala de cero a 10, quizás se le hubiese dado dos. Pensar que sería un inmortal en ese momento, solo podía ser imaginado por un demente.
Unas 16 campañas después de su elección, el dominicano es una leyenda activa que acaba de inscribirse en el club de los 500 jonrones, fiel a su estilo de poca pompa, debajo del radar. El primera base y designado ocasional de los Angelinos de Anaheim arribó a las Mayores en 2001, cuando nadie lo esperaba.
Había jugado poco en las Menores (mayormente Clase A) y estaba en el entrenamiento de San Luis. Lo que nadie sabía era que su bate probaría que no era del montón y sería la herramienta que le concedería el alto perfil que contrasta con su personalidad. El selecto círculo de los 500 cuadrangulares tiene a personajes que han motivado titulares mucho antes de brillar. El aura del Bambino Bate Ruth lo acompañó hasta sus últimos días. Álex Rodríguez siempre tuvo esa etiqueta de “no puede fallar”. Barry Bonds y Ken Griffey eran dos elegidos. Mickey Mantle fue el sucesor de Joe DiMaggio, el Yankee Clipper.
Sammy Sosa era un prospecto que inquietaba y desarrolló un arte para estar en los medios. Y así hay más ejemplos.
Alberto, tres veces Jugador Más Valioso de la Liga Nacional, Novato del Año y ganador de dos Series Mundiales, hizo su historia sobre la marcha.
¡Quién diría que la elección 402 de San Luis (Anaheim tomó a Alfredo Amézaga con el 401) en la ronda 13 ha sido el más grande de ese sorteo de 1999 sin provocar ruido ni alejarse de la humildad y disciplina que lo han caracterizado desde que arribó para quedarse en 2001!
