Broca y la roya hacen pobres a pequeños caficultores de RD

En la casa de María Dolores Farías, el café que se cuela cada día es majado en pilón, pero a diferencia de otros tiempos, ese café no siempre proviene de la finca de su esposo Isidro Cepeda. De las plantaciones de café que tenía Isidro en…

En la casa de María Dolores Farías, el café que se cuela cada día es majado en pilón, pero a diferencia de otros tiempos, ese café no siempre proviene de la finca de su esposo Isidro Cepeda. De las plantaciones de café que tenía Isidro en unas 70 tareas, la broca y la roya se encargaron de exterminarlas.

Cuando la broca y la roya le caen juntas a un cafetal hay poca cosa que hacer. Y eso es lo que ha ocurrido en los predios que tiene Isidro Cepeda en la loma El Diviso, situada entre las comunidades Caballero, Comedero y Hernando Alonzo, en la provincia Sánchez Ramírez.

La roya afecta considerablemente la hoja y la broca se encarga de acabar con los granos de café, y las dos juntas son algo así como una maldición que puede acabar con el bolsillo de cualquier productor, no importa lo “bien parado” que esté ese bolsillo. La loma El Diviso está situada 120 metros sobre el nivel del mar, se considera una o quizás la parte más alta de la provincia Sánchez Ramírez. Y así de alta llegó a ser la producción cafetalera en esa zona cinco o seis años antes. En El Diviso vivían unas cien personas, de acuerdo a testimonios recogidos, pero esas personas se fueron del lugar cuando a sus cafetales les ocurrió lo mismo que a los cultivos de Isidro Cepeda. Actualmente, el lugar lo habita una cantidad pequeña de personas.

“No tiene razón de ser vivir por aquí, no hay nada que hacer. Solo nos quedan recuerdos de lo que eran esos tiempos cuando el café rendía aunque los precios estuvieran bajitos”, lamenta Cepeda, mientras muestra una planta sin vida de café. La situación de los cafetos no es exclusiva de El Diviso, algo similar ocurre en zonas más bajas de los distritos municipales Caballero y Comedero.

En mayo de 2013 el Gobierno declaró de alto interés nacional la solución al problema de la roya de café, que para entonces afectaba el 58% de toda la siembra. La declaratoria vino acompañada de la promesa de disponer la entrega de RD$154 millones para financiar las actividades del Programa Nacional de Manejo Integral de la Roya del Café. Y efectivamente, el Gobierno reiteró este fin de semana en Bonao que esos recursos existen. Pero de esos planes se han quedado fuera la familia de Isidro Cepeda, la de Ramón Mosquea y la de muchos otros que actualmente no producen un grano de café a pesar de que cuentan con terrenos, donde se observan apenas las plantaciones sin frutos y enfermas.

El técnico agrónomo Ramón Mosquea (que aunque lleva el mismo nombre y apellido no es familia de Ramón Antonio Mosquea) calcula que en El Diviso hay entre 4,000 o 5,000 tareas afectadas por broca y roya. El especialista indica que la calidad de los terreros y la propia altura hacen de El Diviso una zona propicia para cultivar café. Por eso, Mosquea está muy de acuerdo con el planteamiento de Isidro Cepeda, en el sentido de que “si el Gobierno propiciara por allí la reforma y siembra de los predios con variedades mejoradas resistentes a plagas, la gente estaría muy dispuesta a trabajar”.

Al final de abril de este año, el representante local de la FAO en República Dominicana, Gero Vaagt, advirtió que alrededor de 1.5 millones de hectáreas de café de la región de Centro América y el Caribe corren el riesgo de verse afectadas si no se toman medidas para enfrentar la crisis causada por la roya del café. El funcionario hizo la advertencia al dar inicio al proyecto regional para fortalecer la capacidad de respuesta de la República Dominicana ante la crisis del sector cafetalero. En República Dominicana, la producción cafetalera está en manos de pequeños productores, que poseen menos de 100 tareas (6.25 hectáreas) dedicadas al cultivo, del cual un 78% dependen para vivir, asegura un informe realizado por el Departamento de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO, por sus siglas en inglés.

Matrimonio y una vida conociendo el aroma

A Isidro Cepeda y a María Dolores Farías los une no solo el matrimonio de muchos años y diez hijos que tienen. Ambos “echaron los dientes” en los cafetales porque nacieron de familias vinculadas a esa producción.

“Yo trabajo desde niño, desde ahí vengo bregando con café. En ausencia de café ahora me dedico a cuidar un “cacaíto” que tengo, pero eso es para uno decir que está haciendo algo”, dice Isidro, refiriéndose a unas 50 tareas que cultiva de cacao.

Mientras su esposa, en momentos que sirve una tasa de café a un equipo de prensa de elCaribe en su casa, rememora que “cuando Isidro manejaba cafetales yo me sentía feliz de la vida. La cosa era mejor en el fogón. Yo tenía la paila (el caldero) al pie de los cortadores allá en El Diviso y los cheles rendían porque había más”.

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