La dulce y difícil tarea de ser madre

La madre da la vida y con su amor incondicional ayuda a preservarla. Con el apoyo de un compañero puede entregarse para dedicarse a la hermosa labor de formar y educar a sus hijos. Sin ese apoyo será más difícil lograrlo, por las múltiples ocupacione

La madre da la vida y con su amor incondicional ayuda a preservarla. Con el apoyo de un compañero puede entregarse para dedicarse a la hermosa labor de formar y educar a sus hijos. Sin ese apoyo será más difícil lograrlo, por las múltiples ocupaciones que le ocuparán su tiempo, tomando en cuenta lo que se requiere invertir cada día con los hijos para que puedan desarrollarse plenamente, como seres holísticos, que necesitan no solo alimentar el cuerpo y cuidarlo, sino también alimentar el alma, la mente, el desarrollo de la expresión de sentimientos y las emociones, y también desarrollar la trascendencia a través del espíritu.

Así habla la psicóloga Vanessa Espaillat, quien considera que más que tiempo, se necesita tiempo de calidad. Sin embargo, hay madres que son verdaderas madrazas porque hacen la función de padre y madre dando el todo por el todo en aras de criar a sus hijos “como Dios manda” y lo logran. Con doble de esfuerzo, pero lo logran.

Es el caso de Aina Acosta, 33 años, madre de tres “bendiciones” como ella misma se refiere a sus hijos: Noah, Lucas y Benjamín de 9, 6 y 5 años respectivamente, de quienes se despide a las 7:15 de la mañana de esta manera: “Noah, por favor presta atención en el colegio hoy. Lucas, trata de no brincar mucho y juega con tu hermanito Benjamín. Benjamín, que papa Dios te bendiga”.

La vida la ha premiado con estos tres grandes tesoros ¡tres varones! Intensos, con personalidades muy marcadas y temperamentos muy fuertes. Así los define.

“Siempre supe que papa Dios tenía grandes planes para mi, nunca supe que sus planes fueran a ser mi mayor bendición, la bendición de ser madre y padre al mismo tiempo, sin dejar a un lado la mujer profesional”, dice Aina.

Ella, día a día, tiene el gran reto de sacar a sus hijos hacia adelante. “Enseñarles lo que es importante en esta vida y sobretodo enseñarles que esta vida está llena de obstáculos y que estos constituyen la mejor parte de la competencia”.

Esta joven madre, dominicana, reside en la ciudad de Nueva York donde trabaja para un afamado “hedge fund” (fondo de inversiones) siendo la responsable de la plataforma.

“Tengo a mi cargo 119 hombres que dependen de mi para que las cosas fluyan. No ha sido nada fácil… Nueva York es una ciudad difícil.  He visto a mis niños crecer y he tenido que llorar junto a ellos los efectos de la ausencia de un padre y hacerme fuerte frente a ellos. Hacerlos sentir seguros de sí mismos y hacerles sentir que siempre estaré ahí para ellos”, explica a modo de reflexión, esta valerosa madre y profesional, que ha tenido que abrirse paso por ella misma en una ciudad como es la de los rascacielos.  Pero lo ha logrado.

“El tiempo con mis hijos es muy limitado por lo que cuando estoy con ellos trato de maximizarlo. Trato de interactuar con cada uno por separado y preguntarles cómo les fue en el día. ‘¿Qué hiciste?’,‘ ¿Con quién jugaste?’, ‘¿Te gustó la merienda que te preparé?’ “.

Abrazar a sus hijos y decirles “los amo” es parte de su rutina. Tener la capacidad de disciplinarlos a sabiendas que no tendrán una falda a donde correr para llorar (por lo general la falda de mamá, en el ambiente tradicional mamá-papá no existe) es doloroso.

“Lloro más que ellos. Lloro al tener que decirle a Noah que tiene que aprender a ser responsable y aplicarse en los estudios y luego quitarle el “ipad” o los “beats”. Lloro al tener que decirle a Lucas que siento mucho no haber podido ir a ver su obra de teatro porque mamá tenía una reunión y tener que escucharle decir: ‘estaban los “papas” allí también’. Y muero cuando le pregunto a Benjamín que con quién jugó y me responde Lucas diciendo: tuve que jugar con él porque nadie quería jugar con Benjamín’”.

Este es el dolor de aquellas que como Aina “somos madres y padres, es un dolor solitario, único, no compartido y uno que no es ventilado con esta persona a la cual la sociedad llama ‘papa’ o pareja”.

“No tienes con quien desahogarte en esta ciudad tan fría y distante donde no tienes amigos y donde tu único y verdadero consuelo es el de saber que haces todo lo que puedes para que las cosas sucedan y para que sucedan de la mejor forma posible”, comenta.

El dolor y la frustración invaden  los  días de Aina al saber que pasa 11 horas fuera de su casa y que sus hijos comparten más con la persona que le ayuda que con ella. “Cala, cuando siempre te presentas sola a las actividades de los niños (a las que logras asistir) y ves a los otros niños correr hacia los brazos de sus papas” y tener que responderles a la pregunta que no falla: ¿por qué no vino papa?”.

Y es que, como dice Vanessa Espaillat  la madre ayuda a generar en los hijos con sus cuidados y dedicación, el apego seguro que le servirá de soporte en su vida para desarrollar vínculos de intimidad con la familia, amigos y en su vida adulta  con la pareja. “Ayudar a que este ser humano pueda tener autoestima, porque fue amado y cuidado incondicionalmente, podrá comunicar lo que piensa y siente como un ser auténtico, por haber sido escuchado, entendido, validado en sus sentimientos más profundos, aunque la madre no estuviera de acuerdo, aprenderá a vivir en sociedad, porque la madre con el apoyo del padre (en los casos que este) marcará los límites para conocer lo que es aceptado socialmente y lo que no lo es, ayudando a desarrollar la empatía y la capacidad de ponerse en el lugar del otro”, dice Vanessa.

Como aprendió a hacerlo con su madre, sabrá dar afecto y a desarrollar las habilidades básicas de comunicación, para atender, mirar, sonreír, y estar disponible como lo hizo su madre con él en la más tierna infancia”, puntualiza la psicóloga.

Ahora bien, “el rol de padre-madre es uno de los más complejos y difíciles de armonizar porque debes desempeñar ambos papeles simultáneamente y sin tregua a sabiendas de que es prácticamente imposible ocupar completamente el rol del progenitor ausente”, explica María Gabriela Varela de Haché, madre de cuatro hijos, fruto de sus dos matrimonios y una de su esposo del primer matrimonio suyo, en edades que van desde los 17 años a los siete meses, una prole que nos recuerda aquel filme titulado “Los míos, los tuyos y los nuestros”.

En cambio, cuando la madre es soportada por el padre a tiempo completo, tanto los hijos como la madre experimentan un sentido de seguridad y ella se siente sustentada y acompañada en el arduo proceso de criar y educar los hijos”, explica María Gabriella, 42 años, quien se desempeña en la embajada de España como Jefa de la Sección de Empleo y Seguridad Social.

Su prioridad en la educación de sus hijos ha sido velar por su integridad personal y moral. “He querido transmitirles valores y criterios que le ayuden a tomar sus decisiones de manera libre y responsable. También trato de inculcarles la gratitud”.

No ha sido fácil para ella lidiar con tantas edades diferentes, “hace que todo se sienta un poco fuera de control, cuatro propios y una de mi esposo – además de tu relación de pareja, tu vida profesional y social, y el manejo de un hogar complejo por causa de tantas agendas diferentes”.

Siendo sincera, nos dice que todavía no consigue armonizar todo esto. “Hay días que siento que nunca voy a conciliarlo del todo”.

Pero no todo es tristeza dentro de rol de padre y madre aun en la ciudad de Nueva York, dice Aina Acosta. “No hay nada más gratificante que ser el ¡’commander in chief’ de la familia! Saber que los demás te identifican como tal y  que te ven sin ningún ‘hándicap’. Mis logros como madre han sido muchos, pero como padre han sido aun más. He logrado proveer techo, alimento y educación para mis niños. He aprendido acerca de todos los deportes (lol!) – sé quién es un buen pitcher y quién tiene el mejor record de base por bola, entre otras habilidades que he desarrollado”, dice.

“He formado un equipo donde cada uno nos apoyamos y donde los niños saben que mamá necesita ayuda. Un equipo donde reina la colaboración y el respeto se impone. Jugamos, nos reímos, lloramos y entendemos que estamos para ayudarnos como equipo.”

Para Aina, cada día trae una experiencia donde los protagonistas son ellos y “donde aprendo algo que solo en esta posición se puede obtener”.
Como mensaje a las madres que están como ella Aina les dice que Dios les ha regalado esta situación para hacerlas fuertes y para entender que el amor todo lo puede.

“Nuestros hijos crecerán según el modelo que vean en nosotras y les transmitiremos todas aquellas emociones que en momentos difíciles sintamos. Está en nosotras aprender a poner filtro a todo esto. Está en nosotras aprender a maximizar el tiempo con nuestros hijos y a ser celosas con este tiempo tan preciado.”

No quiere concluir Aina sin compartir  lo que una vez le dijo su hijo Lucas y a lo que ella se aferra cada día: “Mami, sé que estás cansada porque no tienes ayuda, pero por favor no te rindas, cuando yo sea grande aplicaré todo lo que me enseñaste y podrás descansar porque entonces yo te cuidaré.”

Y es que, como dice Vanesa Espaillat, el útero materno, que después del nacimiento lo conforma la madre con sus cuidados y con su amor, terminará de formar a este ser humano que nace tan inmaduro e indefenso.

De ahí la importancia del cuidado de la madre en los primeros años de la vida.  
Entre las cosas con las que tiene que lidiar la madre de hoy en la educación de sus hijos es la facilidad de acceso a internet y lo que esto implica.

Para María Gabriella este tema ha sido como nadar contra la corriente.
“Hemos logrado sacar el provecho de lo mágico del internet, pero hemos  tenido que filtrar su uso con determinación inquebrantable.  Los tiempos exigen su uso constante.  No es posible prescindir de estas facilidades modernas de doble filo”, dice la funcionaria de la embajada de España.

De hecho –continua María Gabriella- mis hijas manejan los medios virtuales mucho mejor que yo.  Pero con paciencia, supervisión y mucho diálogo hemos logrado un equilibrio en su uso, sacando provecho de todo lo bueno que ofrece y evitando lo demás.

¿Cómo lograr el equilibrio? Le preguntamos a María Gabriella: “Solo puedo decir que logro  manejarme día a día con ayuda de muchas personas, empezando por mi madre quien ayuda con el pequeño para yo poder ir a trabajar tranquila;  mi esposo, que me respalda y me ayuda con el lleva y trae interminable, las asistentes domésticas que me ayudan con las infinitas tareas del hogar.  Mi mano derecha en la oficina sin la cual no serían posibles muchas cosas, las amigas que escuchan mis agobios y me alientan a seguir adelante. No  hubiera podido lidiar con todo esto si no estuviera rodeada de tanta gente maravillosa”, puntualiza Varela de Haché.

“Dependiendo de cómo esté constituida la familia, esa labor se hará más fácil o pedirá más entrega y renuncia de la madre”, subraya la experta de la conducta humana, Vanessa Espaillat.

Saber
Ser madre es una de las tareas con más responsabilidad que mujer puede realizar, más aun cuando se es madre soltera.

Dato
Para las mujeres uno de sus peores temores puede no ser buenas madres, y esto representa un gran reto en su vida.

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