Un excesivo conservadurismo

La gran batalla entre muchos de los políticos dominicanos, es la de cuál aparece ante la opinión pública como el más genuino representante de la visión más conservadora de la sociedad.

La gran batalla entre muchos de los políticos dominicanos, es la de cuál aparece ante la opinión pública como el más genuino representante de la visión más conservadora de la sociedad. Independientemente del partido en que militen, estos políticos tienen una posición coincidente sobre los grandes temas nacionales. Este pensamiento ha sido la expresión de un evidente fracaso de las nuevas generaciones en modernizar la política y mejorar la calidad de la democracia. Se ha preferido apostar a la continuidad, bajo el entendido de que el conservadurismo tiene una alta rentabilidad electoral. Por lo tanto, lo más sabio es encarnar el balaguerismo y asumir posturas que sean bien valoradas por la jerarquía católica.

Ejemplo de lo anterior, es la forma en que varios legisladores han abordado distintos temas de la agenda nacional. En uno de estos temas, se constata cómo los líderes del Congreso Nacional han asumido las posturas ultranacionalistas de defensa de la sentencia 168-13, que provoca graves daños a miles de dominicanos de ascendencia haitiana, los cuales quedan en el más absoluto desamparo al desconocérseles su legítimo derecho a la nacionalidad. Esta posición extrema no ayuda a buscar una salida humanitaria y basada en el respeto de los derechos humanos, como se ha prometido.

Para que no quepa duda sobre su fervoroso conservadurismo y de paso, ganarse el reconocimiento eclesial, estos grupos traen por los pelos una discusión que nadie ha planteado en el país, la del matrimonio gay. El problema de esta infeliz ocurrencia es que pone en riesgo el conocimiento y aprobación de un proyecto de ley de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, el cual se viene consensuando desde hace meses. Por asumir posturas conservadoras y por un desacuerdo con un concepto, que bien puede ser mejorado, estos legisladores abandonan el tema fundamental, que es la definición de una legislación que dé respuestas a los escandalosos asesinatos de mujeres en manos de hombres violentos.

Muchos otros temas son ejemplo del excesivo conservadurismo entre los políticos dominicanos. Basta conocer la forma en que muchos entienden se debe enfrentar el problema de la inseguridad ciudadana en el país. Se apuesta a la mano dura y la ampliación de las penas. En definitiva, esta visión predominante en la política vernácula, no ha contribuido a afianzar una sociedad en que el Estado Social y Democrático de Derecho deje de ser solo una aspiración contenida en la Constitución. Urge la construcción de un pensamiento y una práctica distintos, que ayude a promover las profundas transformaciones que requiere el país.

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