PIB y felicidad

El producto interno bruto mide los ingresos de todos juntos en un país. Se calcula sumando todos los bienes y servicios finales vendidos en el mercado. Tradicionalmente, el PIB per cápita se utiliza como indicador de bienestar.Se…

El producto interno bruto mide los ingresos de todos juntos en un país. Se calcula sumando todos los bienes y servicios finales vendidos en el mercado.
Tradicionalmente, el PIB per cápita se utiliza como indicador de bienestar.

Se le critica por deficiencias contables como las siguientes:

– No puede contar ni lo “hecho en casa”, ni lo que se mueve “ilegalmente”. Si se paga a una guardería para cuidar al niño, el PIB lo refleja. Si lo cuidan sus padres, no.

– Si después de un ciclón, se reconstruyen miles de casas, el PIB las calcula como si hubiese habido un boom en la construcción. Pero para nada es lo mismo.

– Tampoco dice nada sobre la desigualdad. Dos países pueden tener el mismo PIB, siendo la mayoría de la gente pobre en uno de ellos.

Se le critica además por su incapacidad de reflejar “felicidad”, pues no toma en cuenta cosas importantes como el tiempo que pasa la gente relajándose, la calidad de su educación, la belleza de su poesía, la estabilidad de sus matrimonios, la integridad de sus dirigentes… Hasta se ha sugerido sustituirlo por un índice de felicidad nacional.

Y se dice, por ejemplo, que los nigerianos se declararon más felices que los japoneses, treinta veces más ricos. (Bueno…quizá siendo tan pobres y poco expuestos al resto del mundo, no se habían dado cuenta de lo feliz que se podía llegar a ser). Creo que lo importante es tener claro qué puede medir el PIB y qué no. Pero adjudicarle la tarea de “medir felicidad”, con sus complicaciones psicológicas, sería despojarlo de su verdadero propósito.

Un PIB más alto quizá no garantice personas más “felices”, pero sí una mayor esperanza de vida. Quizá no garantice una poesía más bella ni unos dirigentes íntegros, pero al asegurar las necesidades básicas, facilita el tiempo para apreciar la buena literatura y exigir moralidad a los que gobiernan.

Después de todo, si algo es seguro es que nadie levanta la mano para ser pobre. Y que si bien la riqueza no necesariamente nos hace felices, la miseria sí que seguro nos lo dificulta inmensamente.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas