El Programa de Apoyo a la Transición Competitiva Agroalimentaria (PATCA), en las dos versiones que ha tenido en República Dominicana, ha dado impulso al sector agropecuario, aunque el segundo capítulo está en curso todavía.
El PATCA I fue considerado como uno de los instrumentos de la política de desarrollo agropecuario del país, ejecutado por el Ministerio de Agricultura por un monto de US$61.11 millones, de los cuales US$6.11 corresponden a contrapartida local y US$55.00 millones aporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Los resultados de la primera versión del PATCA, medidos por organismos internacionales y agencias locales del Gobierno, se han visto a partir de procesos concluidos de tecnificación de riego, rehabilitación y mantenimiento de cultivos, rehabilitación y conservación de pastizales e introducción de especies arbóreas, entre otros componentes vinculantes.
El objetivo principal del PATCA ha sido aumentar la eficiencia de la agricultura dominicana, para mejorar la competitividad del sector agroalimentario y disminuir la pobreza en zonas rurales. La segunda versión del programa, que aún no concluye, incluye un monto global de US$34.3 millones, de los cuales US$4.3 millones corresponden a la contrapartida y US$30.0 millones a aporte del BID.
La meta inicial del PATCA estaba dirigida a beneficiar a unos 10 mil productores agropecuarios y fue considerablemente superada, al beneficiar con tecnologías modernas un total de 13,711 productores con incidencia a nivel nacional, de acuerdo a informaciones ofrecidas a elCaribe por Argentina Betances, directora general de la Oficina de Ejecución de Proyectos FIDA-PATCA. Eso representó un total de 1.4 millones de tareas con una inversión de más de RD$901 millones.
10 años de camino
En la primera versión del PATCA, que inició formalmente en 2004 y concluyó en 2010, se aportó al sector agropecuario elementos fundamentales para la reorientación de la política de apoyos, de manera que estos respondan de forma eficaz a la problemática que enfrenta el país en el contexto competitivo de una economía abierta para el mercado internacional.
Los informes indican que el proyecto llegó a los más apartados lugares de la zona rural del país entregando a los pequeños y medianos productores agropecuarios el apoyo necesario para la implementación de tecnologías innovadoras, que les permitieron aumentar sustancialmente la producción y productividad de los diferentes renglones agropecuarios, a la par con los aceptables estándares sanitarios y de inocuidad para el mercado local e internacional.
En detalles, las tecnologías de mayor demanda en la primera versión del PATCA fueron las siguientes: tecnificación de riego, con 4,179 productores beneficiados; rehabilitación y conservación de pastizales, con 3,627 beneficiarios, e introducción de especies arbóreas, con 3,343 beneficiarios.
El PATCA II, que inició en 2012 y concluirá en 2016 se orienta a beneficiar a 9,400 pequeños productores, incluyendo productoras jefas de hogares del área agropecuaria y será ejecutado en cinco años, dijo el Ministerio de Agricultura. El menú inicial de tecnologías elegibles está compuesto por: nivelación de suelos, riego por aspersión, riego por micro aspersión, riego por goteo, rehabilitación de pastizales, tecnologías de cultivos protegidos con acolchados, cultivo protegido bajo estructura rústica y manejo post-cosecha para vegetales y frutas.
Entre los logros de las acciones del PATCA II se cita también que éste y Pro-Campo de México fueron los únicos programas tomados como modelo para realizar la evaluación de impacto en América Latina. Otros resultados han sido más de 600 tecnologías ejecutadas a igual número de productores, 63,387 tareas cubiertas por el programa, 1,356 productores capacitados y 23 proveedores tecnológicos capacitados en manejo del Sistema del Programa.
También se incluye la capacitación a los agentes de apoyo agropecuarios, técnicos del Ministerio de Agricultura y coordinadores regionales. Cuando la representante del PATCA pasa balance a los resultados esenciales del programa, asegura que pueden medirse al ver –sobre todo- una disminución de la pobreza, un incremento de la producción agrícola, una mayor generación de empleos directos e indirectos y un incremento del valor de infraestructuras productivas.