Los descalificadores

Muchos brillantes profesionales se sustraen de opinar sobre temas de interés nacional, y hasta se niegan a participar en debates sobre temas técnicos sensibles, porque cada día se hace mayor el fanatismo, el fundamentalismo y el totalitarismo descalifi

Muchos brillantes profesionales se sustraen de opinar sobre temas de interés nacional, y hasta se niegan a participar en debates sobre temas técnicos sensibles, porque cada día se hace mayor el fanatismo, el fundamentalismo y el totalitarismo descalificador de toda opinión distinta.

Los fanáticos que se niegan a aceptar opiniones diferentes, aunque ellos no sepan nada del tema, y aunque sepan que usted es experto en ese tema, han estado construyendo una sociedad de intolerancia a la opinión diferente, y ese feo ejercicio dictatorial, que coarta la libertad de expresión, está produciendo un grave daño a la verdad y a la credibilidad de todos.

Ya aquí cualquier enfermo sabe más de medicina que los mejores médicos, cualquier preso sabe más de leyes que los mejores abogados, cualquier pulpero sabe más de economía que los mejores economistas y cualquier caminante sabe más de Geociencias que los mejores geocientistas que se han pasado décadas estudiando, explorando y escribiendo libros.

Pero lo más grave de todo esto es que en el afán por hacer valer “falsas verdades”, los fanáticos recurren a la odiosa estrategia de decir que todos los que opinan diferente a ellos, es porque se han vendido.

En el 2005 estuvimos en desacuerdo con el lugar escogido para instalar un proyecto minero-industrial en Los Haitises, zona hidrogeológica protegida, y de inmediato desde el Palacio Nacional y desde la Secretaría de Ambiente descalificaron todas nuestras opiniones diferentes, pero cuando el PNUD concluyó que realmente allí no procedía el proyecto, quedó claro quiénes teníamos la razón, y el proyecto fue movido a otro lugar distanciado, donde ahora está correctamente emplazado.

En el 2009 objetamos la primera enmienda al contrato minero de la Barrick Gold, y la reacción de la empresa y del gobierno fue defender su contrato y descalificarnos diciendo que teníamos intereses económicos, pero cuando en febrero 2013 el presidente Danilo Medina dijo que ese contrato era inaceptable, quedó evidenciado quiénes teníamos la razón.

Hace un par de años miembros de la Academia de Ciencias expresamos públicamente nuestro desacuerdo con la construcción de una estación naval en la isla Saona, por ser una zona protegida, y el ministro de ambiente de entonces nos descalificó diciendo: “Quienes se oponen al Proyecto Militar en la isla Saona están financiados por el narcotráfico”.

Ahora el debate es la loma de Miranda, y quienes decimos que allí hay una vieja concesión minera válida hasta el año 2030; que el único arroyo situado a un kilómetro de la zona explotable es el Jagüey, con caudal de 1 metro cúbico/segundo, el cual no entra a la presa de Rincón, y que con ese ínfimo caudal no se irrigan 122,000 tareas de arroz, ni mucho menos que ese arroyo abastezca los acueductos de Bonao, La Vega, Jarabacoa, San Francisco de Macorís, Tenares, Salcedo y Moca; como se ha dicho, es porque nos vendimos a Falcondo, pero quienes ayer criticamos a Falcondo por negarse a pagar a Bonao el 5% de la Ley 64-00, por tener una chimenea contaminante del aire, y por permitir un vertedero provincial, y un escorial, a orillas del río Yuna, fue porque nos vendimos a enemigos de Falcondo.

Y es que los descalificadores están por todas partes, están en las esquinas, en los parques, en las iglesias, en los partidos políticos, en el Congreso Nacional, en las universidades, en la radio, en la televisión, en los diferentes gobiernos, en las redes sociales, y dondequiera que puedan opinar, pues para ganar la discusión de lo que nada se sabe, sólo basta descalificar al que sí sabe.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas