Lo mejor que pueden hacer los perredeístas, tanto los del sector institucional, que se quedan con el PRD, como los que piensan entrar a la Convergencia a través del PRM, es apurar el trago. Si el divorcio es inminente, unos y otros tienen que ponerse a firmar “los papeles”, a fin de formalizar la dolorosa, pero necesaria separación. Alargar el proceso solo va a afectar las posibilidades de ambos grupos de convertirse en opción de poder con miras a las elecciones del 2016. Parecería que de ambos lados, hay figuras y sectores que atrasan la inevitable ruptura. Muchos “perremeístas”, por ejemplo, estaban la noche del pasado domingo difundiendo por las redes sociales copias de actas con “resultados” de la convención que favorecían a Guido Gómez Mazara. Se supone que ya no tenían velas en ese entierro, ya que no participaron en el proceso, el cual cuestionaron desde su inicio. Pero del sector institucional del PRD tampoco dejan ir en paz a los disidentes. Desde ya se anuncia que objetarán colores, logos y el nombre del PRM. Deben recordar aquello de que “si amas algo, déjalo ir”. En este caso, podrían agregar: “y si lo odias, con más razón…”
Separarse ahora y unirse luego
La posibilidad de un gran acuerdo entre los sectores del PRD que tienen más de dos años enfrentados, hace rato que desapareció, pero lo que sigue latente es la posibilidad de pactos parciales, a nivel de candidaturas legislativas y municipales. Tampoco se descarta una alianza de segunda vuelta. Pero para eso debe enfocarse, cada grupo, en jugar su papel, y buscar sus propios votos. Es decir, tienen que terminar de separarse ahora, aunque se unan después. Cada sector tendrá ahora problemas internos que deberá que atender. Por ejemplo, a Miguel Vargas se le han rebelado los “ni-ni”, que acaban de pedir la anulación de la convención… l
