Los cambios en el sistema

Todos los cambios introducidos en las últimas décadas a las leyes relacionadas con el funcionamiento del sistema político dominicano han sido el fruto de los temores y sospechas mutuas de los partidos y las conveniencias personales del liderazgo…

Todos los cambios introducidos en las últimas décadas a las leyes relacionadas con el funcionamiento del sistema político dominicano han sido el fruto de los temores y sospechas mutuas de los partidos y las conveniencias personales del liderazgo de turno. No han sido concebidos para mejorar la vida de los ciudadanos como tampoco para perfeccionar las instituciones que sirven de base al juego político.

En el sistema electoral se han ensayado modelos tras modelos sin permitir que el tiempo nos enseñe cuál de las experiencias puede servirnos de pauta para mejorar el futuro y garantizar así elecciones limpias libres de cuestionamiento y a salvo del abuso de los recursos del poder. De una junta de tres miembros pasamos a otra de cinco, para luego aumentarla a nueve con cámaras independientes para administrar los procesos y enjuiciar las controversias.
Apenas unas cuantas elecciones volvimos a modificarla creando dos organismos, una junta central y un tribunal electoral de cinco miembros con suplentes cada una.

En cuanto a la reelección presidencial, en apenas catorce años nos llevaron de un continuismo ilimitado, a la no reelección, para permitirla luego por dos periodos y no más y pasar después a la reelección con un periodo intermedio de receso, por mutuo acuerdo de dos dirigentes, no por efecto de un referéndum o decisión mayoritaria de los electores. Durante la crisis post electoral de 1994, para salvar al país del caos tras unas elecciones fraudulentas, se separaron las elecciones presidenciales de las demás en interés entonces de eliminar la práctica corrosiva del voto de arrastre. Con el pretexto de reducir el costo electoral y los tiempos de campaña, volvieron a reunificarla y el resultado inevitable será campañas más costosas y prolongadas con congresos y cabildos más corruptos. Temo que un día este país se eche en brazos de un redentor.

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