Vemos tantas manifestaciones, generalmente por reclamos sectoriales o comunitarios. De hecho, son escasos los días en que no ocurre una actividad de ese género en algún sitio de la República.De acuerdo con los apuntes del Observatorio Político Dominicano (OPD), de Funglode, durante 2013 se efectuaron 952 protestas, 79 por mes y una media de 2.6 por día. Según ese conteo, el Distrito Nacional fue la demarcación con mayor número de expresiones populares, con el 21 por ciento, seguido de las provincias Santo Domingo y Santiago, con el 12 por ciento y el 9 por ciento, respectivamente.
Ese comportamiento ciudadano continúa. ¿Por qué tantas expresiones de grupos organizados? La primera respuesta sería el cúmulo de demandas insatisfechas, de necesidades postergadas, la herencia de cada gobierno, hasta el infinito.
Esa puede ser una razón. Pero también puede leerse de otra manera. Además de las razones materiales que las impulsan, que son muy concretas, se producen porque la democracia funciona en la esfera social y política.
También se puede decir que estamos aprendiendo a ser tolerantes y que aparentemente la tolerancia es un signo de nuestra modernidad. De hecho, el mayor nicho de protesta es el Palacio Nacional. Las calles México y Doctor Delgado recogen esas expresiones de ciudadanía, sin que nada se altere, excepto el tránsito.
Lamentablemente, en muchos puntos del país, los reclamos cobran matices violentos. Esa es una forma de intolerancia pero desde la población, o desde sectores que aún no aceptan las vías pacíficas. Son los remanentes de un período que en general hemos superado.
La libertad política en los planos en que la conocemos permite que haya esa suerte de ebullición social. La libertad política sólo es posible si existe libertad de expresión.
Satisface que el presidente Danilo Medina aproveche la visita de unos distinguidos directores de medios para reafirmar su compromiso para mantener el clima de libertad y tolerancia, por el respeto al disenso y el derecho de la gente a reclamar.
Cuando la característica fundamental de los movimientos sea la no violencia, podría decirse que avanzamos hacia formas más calificadas de ejercer el derecho a la palabra.
