Boicot económico contra las plantas a carbón

La República Dominicana es un pequeño país tropical que navega a la deriva empujado por los vientos tormentosos de muchos intereses económicos sectoriales, y donde algunos grandes grupos empresariales se han acostumbrado a anclar la nave nacional&#823

La República Dominicana es un pequeño país tropical que navega a la deriva empujado por los vientos tormentosos de muchos intereses económicos sectoriales, y donde algunos grandes grupos empresariales se han acostumbrado a anclar la nave nacional en su puerto particular, y desde allí tomar decisiones en nombre y en representación de la población, pero única y exclusivamente para el perjuicio consentido de la nación.

Desde la llegada de los colonizadores, en 1492, este territorio insular se ha convertido en la Meca de bucaneros y filibusteros que orientan su proa con una brújula que sólo marca hacia donde se encuentra la magnetizada piedra filosofal que transforma el plomo en pepitas de oro aluvial, y hacia donde siempre hay beneficios económicos para aquellos cuyas únicas lecciones matemáticas aprendidas implican sumar riquezas personales sobre la base de multiplicar pobrezas sociales.

Esa es la razón por la cual este territorio insular, siendo el más rico en oro hidrotermal, es uno de los más pobres de toda la región tropical, porque el oro del país siempre se ha ido en los bolsillos de quienes buscan en esta nación las minas auríferas del rey Salomón, y para confirmarlo sólo debemos ver que en la última década el país ha pagado más de 10 mil millones de dólares en subsidios eléctricos para mantener al país virtualmente apagado. Sí, así mismo, apagado; y por lo visto esa altísima suma de dinero botado no le ha preocupado a ningún político ilustrado.

Nos hemos pasado décadas escuchando discursos políticos cantinflescos en torno a la pronta solución definitiva del problema eléctrico, y cuando aparentaba que realmente estábamos encontrando una salida al oscuro túnel del pésimo y costoso servicio eléctrico, fruto del uso de combustibles caros, de repente aparece una sentencia de un tribunal administrativo que ordena al gobierno detener los trabajos de construcción de las dos plantas eléctricas a carbón, evidenciando que el interés de una empresa extranjera está por encima del interés de la nación, y que algunos dominicanos se esfuerzan en bloquear cualquier solución a la eterna crisis eléctrica que golpea a la población. Y eso le pasa al presidente Danilo Medina por querer ir al play de béisbol a aplaudir al Licey y al Escogido, a las Águilas y a las Estrellas, a los Gigantes y a Los Toros, olvidando que el presidente de una nación tiene el deber de tomar decisiones que beneficien a mayorías, aunque perjudiquen a minorías insaciables de riquezas.

Al presidente Medina le sugerimos, una y otra vez, que si quería resolver el problema eléctrico debía declararlo en “Estado de Emergencia” y exonerarlo de todo un tortuoso proceso de licitación pública donde muchas veces el que pierde arrebata, y si no puede arrebatar denuncia e impugna, y en un sistema donde la justicia no es independiente, pero tampoco responde al presidente Medina, lo más normal es que se le intente boicotear “legalmente” una solución eléctrica que dejaría malparado a un gobierno anterior que pudo hacerlo mejor, pero no lo hizo.

Al pueblo dominicano no le cabe duda alguna de que hay un boicot contra las plantas eléctricas a carbón, no por el proceso de licitación, no por el costo de las obras, no por el lugar, ni mucho menos por razones ambientales, sino porque contratantes y contratados para suplir energía eléctrica tan cara como a 38 y a 23 centavos de dólar por kilovatio/hora objetan que el Estado produzca energía eléctrica a 5 centavos de dólar por kilovatio/hora, porque entonces no habría forma de justificar seguir comprándoles energía cara.

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