El mito de los Padres de la Patria (2)

Como vemos, el establecimiento de la tríada de “Padres de la Patria” de forma oficial la realizó Ulises Heureaux, quizá como hábil salida gubernamental frente a estas disputas clasistas y personales, más que históricas u objetivas, según…

Como vemos, el establecimiento de la tríada de “Padres de la Patria” de forma oficial la realizó Ulises Heureaux, quizá como hábil salida gubernamental frente a estas disputas clasistas y personales, más que históricas u objetivas, según el autor.

Matías Ramón Mella (1816-1864).

Es más benigno el trato que da el Dr. Jiménez Grullón a la figura de Mella, que a la de Sánchez.

De Mella el autor reconoce “sus condiciones de hábil diplomático y propagandista, poseyó relevantes cualidades de estratega militar, que puso al servicio de patria” (p. 73). Y, para facilitar el análisis de su vida pública, la divide en tres periodos: “a) el de su lealtad al ideal trinitario (…) que termina semanas después de haber regresado al país, o sea, a principios de 1849; b) el de su traición a la patria y al mencionado ideal, periodo que finaliza cuando Santana se decide abiertamente por la anexión; y c) el de su reivindicación patriótica”.
Cuando hace el análisis del segundo periodo de vida pública de Mella, el Dr. Jiménez Grullón inicia con la afirmación de que el accionar en esta época del padre de la Patria, negó el período trinitario anterior.

Como puntos positivos durante este periodo reconoce que contribuyó “a la victoria sobre las tropas de Souluque” y “su oposición radical a las gestiones del Cónsul español Segovia, cuya expulsión pidió”, observando en esta actitud “un despertar del sentimiento patriótico”. Mas, para el autor, todo “lo demás del período acusa rasgos negativos”. (p. 72).

Realiza un catálogo de dichas acciones, destacando su “más que censurable…lealtad al hatero seybano, razón por la cual no tuvo reparos en aceptar la Misión a España y en producir el acto de traición a la patria que ella tradujo” (P. 72). Esta acción es quizá la más oscura de la vida pública de Mella.
Al respecto, el Dr. Jiménez Grullón expone la tesis de que Mella estuvo probablemente “…contagiado por la tendencia derrotista del equipo gobernante, (y) llegó a pensar que la nación no tenía posibilidades de consolidarse sin la subordinación, al menos parcial, a una potencia extraña” (76).

Sin embargo, estima más coherente las posturas de Mella frente a las de Sánchez. El primero siempre fue leal al hatero seybano, mostrando “rectitud en los compromisos políticos contraídos, fuesen o no censurables. Mientras la “inconsecuencia política de Sánchez” le hacía saltar “a menudo del santanismo al baecismo y viceversa”.

También afirma que “jamás brotaron de su pluma o su palabra –como aconteció con el otro- panegíricos desorbitados de tono servil hacia el caudillo a cuyo lado se hallaba”. (73).

Mella murió en Santiago y, aunque para el Dr. Jiménez Grullón estaba parcialmente reivindicado por su participación en la guerra restauradora, había perdido la estatura de prócer por sus actos de traición a la patria.

Evidentemente, la gran disputa seguía siendo entre Duarte y Sánchez.
(Continuará).

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