El sueño dominicano

A lo largo de mi vida y carrera política, he tenido el privilegio de recorrer diversos países, y dondequiera que he ido, con quienes he hablado y conocido, y las experiencias y ejemplos que he traído a la República Dominicana, se destaca una expresió

A lo largo de mi vida y carrera política, he tenido el privilegio de recorrer diversos países, y dondequiera que he ido, con quienes he hablado y conocido, y las experiencias y ejemplos que he traído a la República Dominicana, se destaca una expresión por sobre todo: el sueño de algo mejor. Por muchos años hemos escuchado la consecución del “sueño americano”, ese anhelo basado en el principio de la libertad y las oportunidades para lograr una vida digna en base al esfuerzo y la determinación, los mismos sueños y anhelos del pueblo dominicano, truncados por un modelo errado y por políticas que benefician a unos pocos. Es tanto así que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su índice de empleo global del mes de julio de 2014, muestra cómo mientras la media de desempleo regional es del 6%, en República Dominicana se duplica esa cifra al llegar al 15%. Lo que es peor, se proyecta un 15.39% para el 2018.
Tengo la más absoluta convicción de que podemos reconstruir el sueño nacional, una historia distinta para nuestras familias, para los jóvenes, para las mujeres, porque si en capital humano hay voluntad y pasión, y si nuestra tierra ha sido bendecida con diversidad y oportunidades económicas, el Sueño Dominicano debe y puede ser real.

Para reencontrar el rumbo de épocas añoradas, el cambio debe ser estructural, tanto político como económico. Es insostenible una deuda de 30 mil millones de dólares, según datos del Banco Central; no es aceptable que 30 de cada 100 jóvenes no tenga empleo, según ha revelado el mismo Ministerio de Trabajo; y que República Dominicana lidere los listados deplorables de la corrupción y la falta de competitividad, de acuerdo a los informes del Foro Económico Mundial.
Proponemos entonces trabajar juntos para que esta generación de jóvenes sea la que fortalezca y haga realidad el sueño dominicano, el que tuvo Duarte, el que buscó Luperón, y con el cual sueñan millones de jóvenes en todo el territorio nacional.

Un Gobierno que facilite el desarrollo, sea garante de derechos y permita que todos, sin distinción, accedan a las oportunidades que merecen. Solo así podremos derrotar la pobreza, el subdesarrollo y la desesperanza. Solo así, por fin el sueño dominicano verá la luz.

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