En esta columna he escrito ya sobre el envejecimiento y sus causas. Ahora me propongo ofrecerles algunas recomendaciones ajustadas a la Tercera Edad. Este es un término antropo-social que se aplica a las personas mayores o ancianas. Se incluyen en este grupo a las personas de 65 o más años de edad. En Latinoamérica y España se está usando más el término “personas mayores” o “adulto mayor”. En inglés se usan los términos “Elder” y “elderly” para referirse a los mayores y envejecientes. Es la séptima y última etapa de la vida.
Recuerden las fases por las que pasamos: prenatal, infancia, niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez. La vejez se conoce también como ancianidad y senectud.
Otro término usado es Geriatría, que se refiere a la disciplina médica que se ocupa de la atención a las enfermedades propias de los ancianos, y se les llama Gerontólogos, a los médicos que cubren los aspectos psicológicos, educativos, sociales, económicos y demográficos relacionados con los adultos mayores.
A través de las diferentes épocas y culturas se ha dado un tratamiento especial a las personas mayores. En algunas sociedades son consideradas sabias, maduras, experimentadas (con experiencia), dignas de confianza y respetadas. Desafortunadamente, en otras sociedades, los viejos son marginados e ignorados.
Hay que tener presente que todo el que no muere joven a viejo llega. Y, decía Saint Beuve que: “envejecer es todavía el único medio que se ha encontrado para vivir mucho tiempo”. Por eso, todos deben prepararse para la vejez, porque como dice en Gálatas 6:7, “uno siega lo que siembra”.
En los próximos artículos nos referiremos a los que algunos consideran las reglas de oro de la Tercera Edad, y les señalaremos algunos consejos a los envejecientes, consejos a los que yo, personalmente, por mi edad provecta, he ido asimilando.