Cuatro años después

La fecha y los equipos no son idénticos, pero el escenario y lo que hay de por medio no ha cambiado un ápice: Estados Unidos y República Dominicana chocan esta noche, una batalla de orgullo por la supremacía de su grupo en este Clásico Mundial…

Cuatro años después

El 2 de febrero de 2010 escribí: “Inevitablemente llegará el día en que la atención internacional sobre Haití disminuirá hasta un punto en que la ayuda humanitaria decrecerá, los médicos y socorristas volverán a sus países y los haitianos&#823

La fecha y los equipos no son idénticos, pero el escenario y lo que hay de por medio no ha cambiado un ápice: Estados Unidos y República Dominicana chocan esta noche, una batalla de orgullo por la supremacía de su grupo en este Clásico Mundial de Béisbol, que a la vez da la oportunidad ideal de mandar un mensaje al resto de los participantes.
Hace casi cuatro años, un jueves 14 de marzo, la escuadra de Tony Peña venció 3-1 a la norteamericana en este mismo Marlins Park, convertido a la sazón en una sucursal de la tierra del merengue, algo que se espera con mayor intensidad para hoy.

Hay que recordar el imparable en el noveno de Erick Aybar, el emergente que en conteo de 1-2 pegó uno de los mejores sencillos que se registran en la historia dominicana ante los envíos de Craig Kimbrel para remolcar a Nelson Cruz desde la tercera.

Que nunca se olvide el infame strike cantado por el árbitro Ángel Hernández al pequeño Aybar, el mismo que se robó la intermedia y luego anotó por otro planazo de José Bernabé Reyes.

Aunque ambos conjuntos traten de minimizar la importancia del encuentro, la realidad es otra. Ese es el partido que millones quieren ver y, por más atrevido que luzca, el que nadie desea perder. Los monarcas son los criollos, la novena de Jim Leyland ha decepcionado en cada Clásico Mundial y luce decidida a ponerle fin a esa retahíla de tragos de sábila en esta competencia. Edinson Vólquez y Marcus Stroman son los abridores anunciados por Peña y Leyland, respectivamente para el atractivo choque de colosos. Por más que lo tilden de un juego más, hay mucho de por medio. El plátano busca imponerse una vez más en territorio norteamericano.

No se diga más.

Anote esto.

Es posible que Starling Marte juegue esta noche…Le suma velocidad a la alineación…Será importante que Edinson Vólquez inicie controlado…Hay límite de lanzamientos para los serpentineros…No estaría mal colocar a Manny Machado en el siore y a Adrian Beltré en tercera para el juego de hoy…Marte en el central y Robinson Canó en segunda…Hablamos de cuatro ganadores del Guante de Oro…

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El 2 de febrero de 2010 escribí: “Inevitablemente llegará el día en que la atención internacional sobre Haití disminuirá hasta un punto en que la ayuda humanitaria decrecerá, los médicos y socorristas volverán a sus países y los haitianos tendrán que hacer frente a la tragedia en medio de la soledad que siempre sigue a los infortunios. El momento justo para el cual, los dominicanos, debemos estar preparados, porque vendría acompañado de las réplicas que aún no han sacudido el suelo nativo y que se manifestará, si llegara a ocurrir, en avalanchas masivas de huérfanos y damnificados buscando lo que ya no podrían conseguir en Haití”.

A mediados de abril de ese año se realizó en esta capital una conferencia para coordinar la ayuda que la comunidad internacional estaba dispuesta a prestar a la vecina nación en el corto, mediano y largo plazos. De esos compromisos y de la voluntad que posteriormente demuestren para cumplir con los objetivos de la recuperación haitiana, dependerá el que el inevitable momento del olvido no termine de derrumbar las esperanzas que el sismo dejó débilmente en pie, sobre cimientos erosionados por la furia de la sacudida.

Para este país que comparte la isla y el destino con su vecino, es de la mayor trascendencia que perdure el compromiso que garantice a los haitianos las oportunidades futuras que la ira de la naturaleza hizo escombros. Debemos, por tanto, empeñarnos en que el sentimiento de compasión y solidaridad mundial que siguió a la catástrofe no se extinga y la llama que iluminó los rostros sin vida de los sobrevivientes continúe ardiendo. El problema haitiano no se reduce a una masiva ayuda humanitaria de alimentos y medicinas. El mundo tiene la obligación moral de ayudarle a levantarse del polvo y el desamparo, devolverle el verdor de sus campos, para que los ríos de nuevo fluyan y renazca la agricultura y con ella la esperanza.

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