Un cuadro muy penoso

Vamos a insistir, y no nos cansaremos de plantear que el Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS) tiene que ser reformado.

Vamos a insistir, y no nos cansaremos de plantear que el Sistema Dominicano de la Seguridad Social (SDSS) tiene que ser reformado. La ley 87-01, que fue lo mejor que pudimos concebir en su tiempo, está rezagada, no sólo en la materialización de sus propósitos relativos a la transformación del sector público de salud, sino en la ya limitada cobertura de sus programas.

Hasta ahora la mayor discusión se centra en la financiación. Es verdad que en eso se fundamenta todo, pero habría que verlo de otro modo: lo esencial son las personas y en base a sus necesidades, determinar con propiedad cómo proveer los recursos.

Muchas son las quejas. Esta vez nos enfocamos en un grupo poblacional que da lástima a todos. Los enfermos mentales, que deambulan por esas calles sin que nadie se apiade de ellos. Ese es el lado más crítico, pero el estadio que lo precede, el de los padecimientos, hasta que se torna irreversible, está asociado a la pobre cobertura del Catálogo de Prestaciones de Servicios de Salud.

El siquiatra Secundino Palacios lo sintetizó así: “Algunos pacientes nuestros no tienen ni la gracia de Dios. He atendido a enfermos a los que tengo que darles, incluso, el dinero para el pasaje… Nos hemos esforzado para cambiar esta situación y garantizar que las aseguradoras den mejor cobertura. Las compañías de seguros y el Estado deberían garantizar el derecho a la salud mental”.

El pasado lunes, nuestra reportera Nátali Faxas retrató el drama: La falta de médicos, de centros especializados y el alto costo de los fármacos, imposibilitan que los enfermos mentales tengan acceso a los servicios que podrían ayudar a estabilizarlos. El país apenas cuenta con un siquiatra y cuatro psicólogos por cada 100 mil habitantes. En esas condiciones es imposible que puedan llevar una vida digna.

Con tantas limitaciones, los enfermos mentales terminan abandonados en nuestras calles. Lamentablemente, este mal también está asociado a las precariedades, a las tensiones, a las duras realidades que predominan en los sectores de más bajos ingresos económicos.

Esto debe cambiar. Este cuadro penoso debe ser revertido.

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