Zonas del olvido

El Corredor del Progreso, que va desde Puerto Plata hasta La Altagracia, pasando por el valle del Cibao y el Gran Santo Domingo, ha sido escenario nueva vez de una batalla. El objeto principal es la defensa de una loma conocida como Miranda.…

El Corredor del Progreso, que va desde Puerto Plata hasta La Altagracia, pasando por el valle del Cibao y el Gran Santo Domingo, ha sido escenario nueva vez de una batalla.

El objeto principal es la defensa de una loma conocida como Miranda. Ella simboliza la continuación de las luchas populares y sociales, la defensa de las riquezas de la patria, los recursos naturales, la vida de los dominicanos.

Todo lo que ocurre en ese corredor suele ser importante para medios, personas e influyentes, y aquí se incluyen los líderes populares. Ese corredor recoge la vitalidad. La fuerza del país. El resto son zonas del olvido, para todos los fines.

Otras regiones pueden derrumbarse. No tienen la misma suerte y mucho menos defensores. Simplemente, languidecen. Quizás pueden ser también objeto de atención pública. Pero requieren de algún palanqueo en las instancias de poder.

Están las zonas del olvido. Pueden representar quimeras, añoranzas o desesperanzas, pero no duelen como el corazón de la República, que es la gran pista por donde corre y transcurre el progreso.

Un ejemplo lo constituye un área de Pedernales en la ruta hacia la sierra de Bahoruco. Ahí están los yacimientos de bauxita. El propio Ministerio de Medio Ambiente ha instrumentado un expediente contra la empresa operadora porque no ha desarrollado adecuadamente los planes de remediación producto de la explotación.

Pero eso es en Pedernales. No hay ambientalistas ni líderes populares, ni sacerdotes revolucionarios defensores de los intereses nacionales que se preocupen por un lugar que está en una zona del olvido. En tan remoto punto que difícilmente va a atraer la atención de los medios.

Pero esa es la República Dominicana, donde cualquier absurdo cobra dimensión de interés nacional, y una cosa importante puede quedar relegada al plano de lo insignificante. Puede depender de las agendas y de los intereses. De la voluntad de quienes deciden los destinos del presupuesto de la Nación o de quienes motorizan los movimientos en pro de las más importantes causas nacionales y populares.

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