Fiscalización y cabildos

El pasado 8 de julio, la presidenta de la Cámara de Cuentas de la República Dominicana (CCRD), Licelott Marte de Barrios, dijo en este diario que la situación de los ayuntamientos del país es penosa y muy triste, desde el punto de vista del desorden&#

El pasado 8 de julio, la presidenta de la Cámara de Cuentas de la República Dominicana (CCRD), Licelott Marte de Barrios, dijo en este diario que la situación de los ayuntamientos del país es penosa y muy triste, desde el punto de vista del desorden en la forma como manejan la ejecución de sus presupuestos.
Comentó las dificultades que encuentran los técnicos para buscar información en 155 municipios cabeceras y 231 distritos municipales.

“Eso es una cosa de sálvese quien pueda porque eso es territorio de nadie y la gente hace lo que le viene en gana… Usted se encuentra con algunos ayuntamientos donde se guardan papeles de importancia hasta en fundas de esas que usted usa para echar la basura… Aquí no hay cultura de rendición de cuentas”.

Eso fue lo que dijo Licelott Marte y ahora, el contralor general de la República, Rafael Germosén Andújar, revela que varios alcaldes tienen impedimento de salir del país por la forma “indisciplinada” con que manejan los recursos en los ayuntamientos a su gestión.

Germosén también dijo que en algunos ayuntamientos hay abierta reticencia a que los funcionarios de la Contraloría hagan su trabajo, pero dificultades similares fueron reveladas también por la presidenta de la Cámara de Cuentas.

Todo eso es muy grave. Y será peor cuando se imponga la tendencia que aboga para que a los distritos municipales se les dé pleno control de sus finanzas.

Marte de Barrios y Germosén coinciden en que el problema de la fiscalización de los cabildos no está dado sólo por el desorden organizativo o las debilidades administrativas, sino porque no cuentan con los recursos para recoger las informaciones.

Entre el desorden, las bajas calificaciones de los administradores y las vocaciones a la corruptela, lo más prudente sería impulsar un programa de educación y prevención.

Y que los electores chequeen bien por quiénes votarán. Si no existen instrumentos de control o fiscalización, que por lo menos la gente se asegure de elegir ciudadanos con una hoja de vida decente, menos propensa a la mala utilización de los recursos públicos.

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