Sociedad enferma

Violatoria, perturbadora, una relación marital entre un hombre de 28 años y una adolescente de 16. A los 16 años el cerebro está inmaduro, al margen de que orgánicamente haya capacidad de concebir. Pero en nuestro país relaciones así se consienten&

Sociedad enferma

Somos una sociedad peculiar: núcleo social de compleja historia; de cultura conforme a mezclas de infinitas fuentes; dueña de “mesturadas” raíces propias, como resultado de un crisol de razas sobre el negro africano, emigrante forzado. Con…

Violatoria, perturbadora, una relación marital entre un hombre de 28 años y una adolescente de 16. A los 16 años el cerebro está inmaduro, al margen de que orgánicamente haya capacidad de concebir. Pero en nuestro país relaciones así se consienten comúnmente. Tal era específicamente la “pareja“ donde ella, embarazada, fue asesinada por él, en Santiago. El Fondo de Población de Naciones Unidas denuncia estas patologías sociales nuestras: Altas tasas de embarazos en adolescentes; adolescentes e incluso niñas en unión marital, normalización de uniones impropias, relaciones sexuales de niñas con hombres mucho mayor, todo lo cual les impide a las chicas desarrollar su potencial. ¿Qué necesitamos? Política estatal de educación sexual científicamente orientada. Prohibición legal de matrimonio o uniones consensuadas antes de los 18.

Posted in Sin categoría

Somos una sociedad peculiar: núcleo social de compleja historia; de cultura conforme a mezclas de infinitas fuentes; dueña de “mesturadas” raíces propias, como resultado de un crisol de razas sobre el negro africano, emigrante forzado. Con indígenas “cristianizados” que no pudieron entender que en el nombre de Jesús se aplastara su existencia y se empobrecieran al comprender sus “carencias”, obligados a recoger para otros lo que para ellos nada significaba: oro; y sembrar con sangre lo que antes cultivaron con amor.

Aunque las crónicas reportan su aniquilación, estudios del ADN mitocondrial, demuestran que muchos sobrevivieron, se mimetizaron e hicieron aportes de su escasa cultura: casabe, hamaca, tiburón, huracán, entre muchas. Hasta la esclavitud, en las tierras del Santo Domingo español, tuvo ribetes particulares. Los dominicanos tenemos tipología de pasionales, de mujeres cariñosas y entregadas; somos alegres, cadenciosos dueños del ritmo contagioso, de esqueleto contento y boca floja para hablar y beber mezclas espirituosas: ron, whisky los que pueden, y cerveza súper fría todos, para mitigar el calor del ambiente y los fuegos interiores. Alcoholes que aflojan cadenas y dan licencias para desinhibirse, dejando libre el verdadero yo, el espíritu emancipado del que “quisiera ser”, al margen de lo jurídico, límites morales y convencimientos religiosos.  Esa misma sociedad de la ñapa, del gofio, de los “macaraos”; colectividad de niños, “carajitos” y de juegos infantiles: la de extraviadas serenatas, de fraternidad fácil, espontánea y universal que el turismo usa como principal materia prima de su éxito, se ha transformado en una sociedad enferma de violencias, de miedos, criminalidad, impunidad, del sexo fácil, atracos, secuestros, prostitución disimulada, complicidades, drogas y sus lacras, corruptela, impotencia ante el delito, del virus de la riqueza instantánea, del “éxito” inmediato, de “autoridades” protectoras y propiciadoras del crimen; mujeres transformadas en demonios hermosos, políticos podridos, profesionales perversos. Los que han descollado en el mal, aplastan la imagen de los honestos; maltratan la concepción del disciplinado policía y del “guardia” de carrera, con hoja de servicio limpia; corrompen el dibujo del político serio; confunden jóvenes de destino, distorsionan la imagen de la genuina mujer dominicana y construyen una realidad lejana de nuestra esencia básica. Los honestos, los limpios, los genuinos, las serias, son más, muchos más, que los otros. Entretenidos entre rebatiñas políticas de intereses personales, en temas desgastantes y sin sentido, nos dejamos aplastar por el manido problema haitiano, con oleadas que suplantan al criollo en sus espacios más diversos, mientras nuestra sociedad agoniza.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas