Drogas y juventud

La revelación que hizo el presidente del Consejo Nacional de Drogas (CND), Fidias Aristy, de que más de 200 mil nuevos jóvenes se han insertado en el mundo de las drogas, es una nota tristemente preocupante.Y lo peor del caso es que…

La revelación que hizo el presidente del Consejo Nacional de Drogas (CND), Fidias Aristy, de que más de 200 mil nuevos jóvenes se han insertado en el mundo de las drogas, es una nota tristemente preocupante.

Y lo peor del caso es que los nuevos usuarios de sustancias controladas tienen edades que oscilan entre 13 y 19 años, y que merodean en o alrededor de escuelas y colegios, públicos y privados. Dos factores agravantes por la vulnerabilidad que arrastran: juventud y centros escolares.

Si nuestros adolescentes caen en el vicio, en la adicción a las drogas, están a las puertas de involucrarse en actos de violencia y delincuencia mayores, en pandillerismo.

No es un tema para dejar pasar por alto el revelado por Aristy, cuya misión es la de trazar la política de combate a las drogas. El funcionario llevó el tema por ante la Comisión Permanente de Educación del Senado, lo que abriga esperanzas de que la denuncia mueva a la búsqueda de mecanismos para enfrentar la situación planteada.

No es que la denuncia del presidente del Consejo Nacional de Drogas sea la exposición de un tema inédito. Claro que no. Se entiende que el uso de drogas en la juventud está presente y en aumento, se le asocia con el incremento de la delincuencia juvenil.

Es, sin embargo, un detalle que, si se quiere, se puede interpretar o asimilar hasta la confirmación de una sospecha, pero al mismo tiempo, un nuevo aviso de alarma de que nuestros jóvenes, en su etapa más vulnerable, corren peligro, que necesitan ser orientados para rescatar a los que ya han caído y persuadir a los que pudieran estar amenazados.

La expresión de “preocupación extrema” externada por el presidente de la Comisión Permanente de Educación del Senado, Manuel Paula, al momento de escuchar la denuncia del presidente del CND, no debe quedar en un simple lamento retórico. El caso amerita acciones contundentes, pues es mejor precaver ahora, que lamentar luego.

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