Siempre se ha dicho que jugar con fuego es peligroso. Aunque el enunciado se queda ahí, todos infieren en el riesgo de quemarse que se cierne sobre terceros y el propio incendiario.Si por esas razones se entiende que jugar con candela es riesgoso, mucho más lo es propagar rumores atentatorios contra el sistema financiero nacional.
Rumorar, sabrá Dios con qué fines, que el Banco de Reservas, por demás el depositario de los fondos públicos, está desencajado es más que una acción de irresponsabilidad, un atentado contra la estabilidad financiera y económica del país. Sencillamente el banco, que tiene garantía soberana, representa una tercera parte del sistema bancario dominicano.
Afectar al banco estatal, por querer crearle problemas al Gobierno o a un proyecto estatal en particular, es una acción de mayúscula irresponsabilidad, que de ninguna manera puede dejarse pasar por alto.
Por fortuna, el gobernador del Banco Central le salió al frente al rumor, rechazando que el banco comercial del Estado se encuentre en problemas de desencaje. Fue más lejos y aseguró que en los últimos 30 años la entidad nunca se ha desencajado.
Es bueno precisar que el encaje legal es una reserva que las normativas bancarias le exigen a cada intermediario financiero mantener de los depósitos que captan. Para el caso de los bancos comerciales, la reserva es de un 20% de todos los depósitos. El objetivo del encaje legal es darles liquidez a los intermediarios financieros para enfrentar posibles retiros. También se utiliza el encaje legal como un mecanismo de política monetaria, para ampliar o restringir la liquidez de los bancos y así inducir su política crediticia.
Utilizar el rumor con fines maliciosos es violatorio a la ley. Llevarlo al extremo de pretender afectar a un determinado banco, es un delito tipificado en el art. 80, literal a) de la Ley Monetaria y Financiera núm. 183-02. Los responsables pueden ser sometidos a la justicia y sancionados con multas de hasta RD$2,500,000.00 y penas de 3 a 10 años de prisión.
Las autoridades sabrán qué hacer, pero permitir semejante comportamiento sin consecuencias es un juego más peligroso.