Los dominicos y la UASD, 500 años de lucha

Precisamente en este mes de septiembre se cumplen 504 años de la llegada a La Española  de los primeros frailes dominicos, quienes se convertirían en defensores de los masacrados aborígenes, compelidos por la fuerza de la espada y el fuego de…

Precisamente en este mes de septiembre se cumplen 504 años de la llegada a La Española  de los primeros frailes dominicos, quienes se convertirían en defensores de los masacrados aborígenes, compelidos por la fuerza de la espada y el fuego de los conquistadores a escoger entre la esclavitud o la muerte.

Pedro de Córdoba, Antonio Montesino, Bernardo de Santo Domingo y Domingo de Villamayor se encontraron a su arribo a la isla con atropellos infernales contra los indígenas, que se iniciaron desde el mismo 1492 cuando el Almirante Cristóbal Colón desembarcó junto a su turba de antisociales, carentes de los sanos comportamientos que 18 años después quisieron establecer los dominicos.

Hace poco, el Banco de Reservas,  la Universidad Autónoma de Santo Domingo, embrionariamente dominica, y el Centro de Teología Santo Domingo de Guzmán (Dominicos), unieron esfuerzos para publicar el libro “500 años de Lucha por la Justicia: Los Dominicos y la UASD”, compendio de exposiciones de historiadores y especialistas debatidas durante el Congreso del mismo nombre celebrado en el país del 2010.

Los dominicanos debemos nuestro gentilicio a esos misioneros precursores, en tanto que la Capital Primada honra al fundador de la Orden de Predicadores, entidad canónica que los agrupa. Un clamor de justicia que resonó en el Viejo Continente fue el sermón de Adviento pronunciado por Montesinos en 1511, recogido por el nuevo fraile, Bartolomé de las Casas.

 Para conocer con propiedad las verdaderas raíces del pueblo dominicano hay que estudiar libros como el que hoy comentamos. Antes de que la Revolución Francesa acuñara el término, en esta isla se habló de los derechos inalienables del hombre. Liderados por Fray Pedro, superior de todos, estos sacerdotes, con su “voz que clama en el desierto”, originaron un nuevo derecho internacional. Juan Garcés, un “feminicida” arrepentido, fue recibido en la Orden y murió en misión evangelizadora. Una muestra más de la vocación regeneradora  de los pioneros dominicos.

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